lunes, 3 de febrero de 2014


AUTOBIOGRAFIA… DOCENTE?




“Quien no quiera mojarse, debe abandonar la natación; quien sienta repugnancia  ante el optimismo, que deje la enseñanza y que no pretenda pensar   en que consiste la educación. Porque educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber…” (Fernando Savater)


Hablar de mi labor docente, es referirme  a cerca de 450  días  de  desempeño  como  docente de  Ciencias Sociales  de la Institución Educativa Fray Martín de Porres, en el corregimiento de Fraguas, municipio de Segovia; subregión del Nordeste Antioqueño,  luego de superar un proceso de selección  de más de un año.

“Docente”, entendido el concepto  como la profesionalización  de la labor de enseñar, proceso que se inicia con el ingreso a la Universidad y  permitió ser más competentes, como lo exigen las nuevas condiciones del medio actual,    pero enajenó la profesión.  

Pero  si me refiero  a la tarea de enseñar, han pasado más de 20 años  desde que por la lejanía de la  escuela,   le enseñé a leer y escribir,  así como las primeras nociones  matemáticas  a mi hermana menor. Con ella se construyó  una cercanía filial e intelectual,   que marcó nuestras vidas;  yo me hice Trabajadora Social y ella seis años después Psicóloga de la  misma Universidad y recorriendo caminos similares  porque  las dos compartimos la creencia en una Colombia mejor.

En el Liceo Cisneros siempre le colaboré a  mis compañeros  en las materias que mejor dominaba, las matemáticas y la Química.  Luego vino las charlas de “Vigías de la Salud”; el servicio Social Obligatorio  como profesora de “Sociales” en 5º de primaria de la nocturna.

Ya en la Universidad de Antioquia, la lucha por la sobre-vivencia  y el amor que le tenía a los libros hizo que me desempeñara en todos los oficios de atención al usuario  que tenía la Biblioteca Central: organizadora de libros, servicio de reservas, manejo de la hemeroteca de Ciencias Naturales y de la de Ciencias Sociales, de la sala Antioquia, de sala de periódicos y finalmente un año como referencista, donde tuve la oportunidad de tener un contacto directo  con los jóvenes  de las diferentes  instituciones educativas de Medellín,   tanto privadas como públicas.

Los últimos meses como auxiliar administrativa los pasé en el Museo Histórico de la U de A, donde tuve la oportunidad de dar visitas guiadas y de estructurar un proyecto para que los niños y jóvenes se acercaran al conocimiento de “Nuestra Alma Mater”, no lo pude desarrollar pero en una visita posterior  pude contemplar con satisfacción  como una estudiante de Trabajo Social ( se ganó el espacio porque allí solo trabajan estudiantes de historia)  realizaba visitas guiadas a  los niños de los colegios de Medellín.

Cuando inicié el ejercicio de mi profesión  en la hermosa pero conflictiva  región del  Urabá antioqueño y chocoano. La defensa y la promoción de  los derechos humanos a las comunidades y a  los niños y niñas victimas del conflicto armado,  se convirtieron  en un principio de vida que hizo que junto al equipo de trabajo se diseñaran y adaptaran diferentes estrategias pedagógicas de Atención primaria en Salud Mental.

En este trabajo con la Diócesis de Apartadó  y la asesoría técnica de UNICEF, manejé el proyecto  de “Escuela Amiga de los Niños” desde la fase de sensibilización  de la comunidad y de la administración municipal de Carepa hasta  la financiación total del proyecto. Debido a este proyecto tuve la oportunidad de viajar en enero de 2003 a la Ciudad de Cartagena durante una semana para conocer  el proyecto que allí se venía adelantando en el barrio el Pozón.  En el año  2005 tuve la oportunidad de visitar la escuela que habíamos soñado para los niños en situación de desplazamiento  en los barrios periféricos de Carepa,  ya era una realidad , albergaba a 800 niños y niñas en dos jornadas y se había convertido en una de las sedes del Liceo Luis Carlos Galán. 

Esta primera experiencia de trabajo en Urabá  tuve la oportunidad de sistematizarla  y de presentarla en  Manizales, gracias al apoyo de una ONG americana, en el XI Congreso de Trabajo Social: Realidad Social, Práctica Profesional  e Identidad del Trabajador Social  como  panelista con la ponencia “Trabajo Social Realidad Social y Zonas de Conflicto armado” en agosto   de 2003. Luego en la universidad de Antioquia tuve  también la oportunidad de compartir esta enriquecedora experiencia con estudiantes del 6 semestre de Trabajo Social, gracias a  la  invitación de una de las docentes.

Después de una largas vacaciones forzadas por el desempleo me trasladé al oriente antioqueño, al municipio de Abejorral a trabajar con el Plan de Atención Básica (PAB) como educadora comunitaria en la estrategia de “Escuelas Saludables” ; por mi perfil y formación dirigía los talleres y charlas de: Salud sexual y reproductiva y fármaco dependencia  con los jóvenes de los diferentes colegios y apoyo las demás estrategias.

Debido al trabajo realizado con niños y jóvenes en Urabá, tanto con el proyecto de “apoyo psicosocial  a niños afectados por el conflicto armado “ liderado por UNICEF  y a la coordinación diocesana del Movimiento Sembradores de Paz; esta experiencia se puso  para tratar de consolidar un proyecto juvenil que denominamos “Red Juvenil por el fomento del Buen Trato”, no se en que están los muchachos pero en el momento del trabajo  se había  logrado una buena química.

Luego volví a Urabá para  estructurar el componente social de un proyecto de vivienda para huérfanos y viudas  el cual se denominaba “Hogar Digno”, con éste se pretendía proporcionar vivienda y protección a 160  familias de los 8  municipios de la zona. También acompañaba los grupos juveniles de los municipios de Arboletes, Necoclí, San Pedro de Urabá, Turbo y Apartadó en sus altibajos  y en la estructuración de sus proyectos de vida  fuera de los grupos juveniles a través de los proyectos de emprendimiento.

Luego de  este recorrido tomé la decisión de ingresar a la profesión docente, en primera instancia porque soy de  las personas que cree que el verdadero cambio social se logra desde la educación, y en segundo lugar por sobreviviencia, estaba cansada de  no tener un lugar fijo donde  seguir construyendo  mi proyecto de vida. Heme aquí en Machuca.  Como dice el maestro Savater “todo el que haya vivido tiene algo que enseñar” aunque no lo crea así siempre el Ministerio de Educación. 



Alba Nidia SÁNCHEZ MONSALVE
Fotografía: Patricia Nieto Nieto / Perfil: Patricia Nieto Nieto



La puerta entreabierta deja ver una silueta. El contorno dibuja a una mujer ligeramente inclinada que, al parecer, escribe. Responde al llamado sin levantarse; apenas alza la mirada. Lleva lentes y sonríe. Al cruzar el umbral, la luz descubre a una muchacha al mando de un escritorio sin lugar para más cuadernos rayados y mapas que muestran mares turbulentos. En los cuadernos se ven trazos de adolescentes sobre los que ella elogia los aciertos y marca  los errores, y las olas encabritadas dicen que quienes las pintaron aún no conocen el mar.
En Machuca, Segovia, no saben de mares. Los niños conocen los ríos con lechos de oro y los montes sembrados de coca, el oro convertido en crucifijo y la hoja transformada Fotografía: Patricia Nieto Nieto / Perfil: Patricia Nieto Nieto en cocaína. La maestra, la que ahora pule caligrafías y corrige la orientación de la rosa de los vientos, conoce a Antioquia desde la tierra fría del Norte hasta las planicies de Urabá. Y de esa geografía sentida y contemplada les habla a los muchachos. A veces se desdobla en añoranzas, en batallas, y su clase de Sociales es hervidero de ilusiones: serán médicos o abogados; se convertirán en cantantes o pintores; romperán las fronteras en barcos o montados en los lomos de los libros.
Alba Nidia, la maestra, predica porque ha vivido. Dejó su casa paterna, en la vereda Cantayús Arriba de Santo Domingo, cuando ya era mayor para la secundaria y muy niña para el nocturno. Al terminar la primaria —caminaba 40 minutos desde su casa hasta la escuela—, se entregó a repasar los vinilos que radio Sutatenza le enviaba a su padre y a enseñarle a leer a su hermanita Berenice. Tres años después, al punto de la derrota, se fue de la vereda en  procura de un diploma de bachiller.
Del nocturno de Bello pasó al colegio de Cisneros y de allí a la Universidad de Antioquia. Un bono de alimentación y su trabajo en la biblioteca la mantuvieron viva en un entorno que puede tornarse hostil para el campesino. En el 2000, consiguió su primer empleo profesional en el proyecto “Escuela amiga de los niños” de la Diócesis de Apartadó y Unicef. En el primer viaje la conmovieron el sinsentido del tiempo, la lluvia eterna, el plato de sopa que partió con quien competía con ella por el empleo. De los años que siguieron no olvida la bondad de la gente que ha sufrido y la responsabilidad que le imprimió el haber tomado en préstamo, para su instalación en Urabá, los 500 mil pesos que el abuelo atesoraba para pagar su propio entierro. 
En el año 2005 —después de cuidar niños para paliar el desempleo— regresó a Urabá. La escuela que ayudó a construir albergaba ya a ochocientos niños. La misión — como le decían en su casa a esos trabajos alejados y penosos— era la construcción de 181 casas para familias víctimas de la violencia con la Fundación Compartir. Estaba cargando arena y pegando adobes cuando recibió, con semanas de diferencia, dos noticias: a su hermano mayor, quien ahorraba cada año todo su sueldo de jornalero para entregárselo a ella cada enero, se le explotó el corazón; y a ella le habían asignado una plaza como docente en el Colegio Fray Martín de Porres de Machuca.
Llegó al caserío siete años después de que el ELN produjo un incendio que calcinó a ochenta personas. “Allí opté por ser una trabajadora social que quiere convertirse en una gran maestra”, dice. Tomó a cada niño, lo condujo a un libro, le sembró una esperanza. Dice que después de seis años quiere empacar sus pocos trastos, despedirse de Machuca y desembarcar en otro puerto donde no forme hombres buenos para que los recluten los ejércitos. 

Tomado del libro ESPÍRITUS LIBRES
EGRESADOS UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA pagina 22 .23

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