jueves, 26 de enero de 2017

CIENCIAS SOCIALES GRAO 10 2017


LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA EN COLOMBIA



¿Qué es el voto? ¿Quiénes y dónde pueden votar?

El voto popular, entendido como el proceso mediante  el cual  los ciudadanos  ejercen  su derecho  de elegir  a las personas  que los representan  en las corporaciones  públicas, es el mecanismo  de participación  ciudadana  por excelencia  y es utilizada  para elegir  : Presidente, Vicepresidente, Gobernadores, Alcaldes Congresistas, Diputados , Concejales y Ediles.
Pueden votar hombres y mujeres  mayores de 18 años  nacidos en Colombia  y los extranjeros  residentes   y debidamente nacionalizados; en puestos de votación  dispuestos por la organización electoral; los colombianos  residentes  en el exterior  pueden  hacerlo  en las correspondientes embajadas  y o consulados.

¿Cómo funciona el proceso de inscripción de cédulas?

La inscripción de cédulas es organizada por la Registraduría, y se lleva a cabo en los lugares donde vayan a funcionar los puestos de votación o en las cercanías de éstas. Para las elecciones Presidenciales y parlamentarias es necesario el proceso de inscripción de cédulas.

¿Cuáles son las causales de la nulidad del voto?

Aquellos votos en los que no aparezca marcada alguna de las opciones posibles o que aparezca marcada más de una, serán anulados.

Qué es el tarjetón electoral?

En el tarjetón electoral aparecen los candidatos al cargo a elegir, y  el voto en blanco; en efecto debe marcar por cuál de las opciones  votar?

¿Qué es el voto en blanco[1]?

“una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos” y agrega que “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector. Como consecuencia de este reconocimiento la Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular”.

¿Es cierto el mito según el cual el voto en blanco se suma al candidato con la mayor votación?
Ese mito es falso. El voto en blanco no se suma al candidato que obtenga la mayor votación en las elecciones. El voto en blanco se contabiliza independientemente, al igual que se hace con los sufragios alcanzados por cada candidato.
Si gana el voto en blanco, se repite la elección?
De acuerdo con el artículo 9 del Acto Legislativo 01 de 2009, "Deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una corporación pública, gobernador, alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando el total de los votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las corporaciones públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral". La Corte Constitucional, en sentencia C-490 de 2011 declaró inexequible la norma de la Reforma Política que ordenaba repetir elecciones "cuando el voto en blanco obtenga más votos que el candidato o lista que haya sacado la mayor votación" y en consecuencia la mayoría necesaria para repetir la elección es mayoría absoluta, es decir el 50% más 1 de los votos válidos, y no mayoría simple.

¿Qué pasa si vuelve a ganar el voto en blanco?
De acuerdo con el artículo 9 del Acto Legislativo 01 de 2009, “Deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una Corporación Pública… cuando del total de votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría”. Esto quiere decir que si en la repetición de la elección llegara a ganar el voto en blanco, quedaría como ganador el candidato que alcanzó la mayoría de votos válidos en el certamen electoral
¿Cuáles beneficios les otorga la ley a quienes ejercen el derecho al voto?

En caso de quienes estén prestando el servicio militar, una rebaja de un mes en el periodo del servicio para bachilleres y auxiliares de policía, y dos meses para los soldados campesinos o soldados regulares
Para quienes estén aplicando   empleos de carrera del Estado, a becas educativas y a obtención de predios rurales, una preferencia con relación a quienes tiene igual puntaje en la lista, pero no votaron de manera injustificada.
Los estudiantes y las estudiantes   de instituciones oficiales de educación superior tendrán el derecho a un 10% de descuento sobre el monto de la matrícula. Para lograr el reconocimiento de estos beneficios es necesario presentar el certificado de votación expedida por la Registraduría


¿Qué tipo de tipo de delitos electorales existen y cómo se penalizan?

PERTURBACIÓN ELECTORAL: Consiste en la obstaculización o impedimento de la realización de los procesos electorales; la persona que cometa este delito incurrirá en prisión de uno a seis años.
CONSTREÑIMIENTO AL ELECTOR: Consiste por un lado, en el uso de las armas o la amenaza contra la ciudadanía de favorecer a un candidato, por otro lado, en la obstaculización del ejercicio del sufragio. La persona que cometa este delito, incurrirá en prisión de tres a seis años, y tendrá que pagar una multa que oscila entre diez y cincuenta salarios mínimos mensuales.
CORRUPCIÓN AL ELECTOR: Consiste en ofrecer dinero o dádivas al elector o electora para que favorezca a algún candidato, este delito es castigado con una pena de uno a cinco años de prisión. Así, mismo, el ciudadano o la ciudadana que ceda ante la oferta de una dádiva a cambio de un favorecimiento a un candidato, incurrirá en prisión de seis meses a dos años.
VOTO FRAUDULENTO: consiste en la suplantación del elector en el ejercicio del sufragio cuando no se tienen el derecho a hacerlo. El castigo para este delito oscila entre uno y cuatro años de prisión
FRAUDE ELECTORAL: consiste en la falsificación, a utilización, la destrucción o la sustracción del registro electoral, la pena de este delito oscila entre seis meses y cinco años de prisión.
OCULTAMIENTO, RETENCIÓN Y POSESIÓN  ILÍCITA DE CÉDULAS: la persona que oculte , retenga, o posea  de manera  ilícita  un documento  necesario para el ejercicio  del sufragio  incurrirá  en prisión de  seis  meses a tres años.


LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA DE COLOMBIA


Colombia se ha caracterizado, entre otros países de América Latina, por una gran estabilidad en sus instituciones democráticas. La Constitución Política, cuyos principios fundamentales se encuentran consagrados en el texto de 1991. Establece que Colombia es un Estado Social de Derecho, organizado de forma de República unitaria descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista. Cuenta con un gobierno elegido democráticamente y de forma directa por el pueblo.
El poder público se halla distribuido por su ejercicio, en tres ramas: EJECUTIVO, LEGISLATIVO Y JUDICIAL, CUYA acción se ejerce en forma armónica de acuerdo a los Fines del Estado, y por los organismos de control: La Controlaría y la Procuraduría.
A la cabeza de la Rama Ejecutiva del poder público de la Nación está el Presidente de la República, los Ministros y directores de Departamentos administrativos
El presidente es elegido por votación directa por los ciudadanos y ciudadanas mayores de 18 años, para un periodo de cuatro años, no reelegible.
En los departamentos, los Gobernadores y las Gobernadoras son elegidos por votación ciudadana. A partir del 2003, por un periodo de cuatro años.
A la cabeza de los municipios se encuentran los Alcaldes y Alcaldesas, quienes son elegidos por votación popular. A partir de las elecciones del 2003, son elegidos por un periodo de 4 años. Santa Fe de Bogotá, Distrito Capital, es gobernada por un alcalde mayor, quien ejerce su mandato por un periodo d cuatro años.
El órgano de acción de la Rama Legislativa del poder público es el CONGRESO DE LA REPÚBLICA, compuesto por el SENADO de la república y LA CÁMARA DE REPRESENTANTES, agrupados sus integrantes en cada una de las cámaras (senado y cámara), en ocho comisiones Constitucionales permanentes.
Los y las 161 integrantes de la Cámara de representantes  son elegidos por voto popular  para un periodo de cuatro años (4), por circunscripciones  electorales en que se encuentra  dividido el territorio nacional : Departamentos  y distrito Capital.
El SENADO está conformado por 100 senadores y dos más elegidos también por circunscripciones nacional por las comunidades indígenas.
En los departamentos y municipios, las medidas de la administración emanan de las Asambleas departamentales y los consejos municipales, cuyos integrantes son elegidos para un periodo de cuatro (4) años.
Los órganos principales de la RAMA JUDICIAL son la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, El Consejo de Estado, la Fiscalía General de la Nación, el Consejo superior de la Judicatura, los Tribunales y los jueces de paz.
El Consejo de Estado, además de dirimir conflictos del Estado, con los particulares, o entre los diferentes organismos de la administración nacional, actúa como cuerpo supremo consultivo del gobierno en asuntos de administración.
La vigilancia de la gestión fiscal le corresponde a la Controlaría General de la república, Departamentales y Municipales. La defensa de los intereses de la sociedad, y de los derechos y su efectividad, actos administrativos  y el cumplimiento de las leyes, sentencias judiciales, la vigilancia de los funcionarios públicos, son funciones inherentes al Ministerio Público, a Cargo del Procurador General de la Nación. Depende de éste el defensor del Pueblo, quien debe velar por la promoción, el ejercicio y la divulgación de los derechos humanos.
Para efecto político administrativo el territorio nacional se divide actualmente en 32 departamentos, 1026 municipios    y resguardos indígenas.

ACTIVIDADES:

1. Leer el documento y apropiarse de los conceptos. Sobre éste se realizará un taller evaluativo y se incluirá en el examen de periodo.
2. Consulta en qué consisten cada uno de los mecanismos de participación ciudadana (ley 134 194). Y Cuáles son aplicables en la Institución educativa. Registrar un informe escrito en el cuaderno. Se incluye en el taller evaluativo y evaluación de final de periodo.
4. Conforma grupos de máximo cinco estudiantes y estudien cada uno de los mecanismos de protección de derechos: Acción de Tutela, Derecho de Petición, Acciones populares o de Grupo, Habeas corpus, Acción de cumplimiento, Hábeas Data. Registra un resumen en tu cuaderno. Luego escoge un hecho real o creado donde se aplique con éxito uno de estos mecanismos y realicen un Socio drama el cual presentarán en plenaria. No se pueden repetir mecanismos por grupo.
5. Utiliza las clases para preguntarle a la docente. La participación con tus preguntas también se evalúa den el seguimiento. Los socios dramas deberán presentarse en la clase del lunes 6 de febrero. (Si algo extraordinario ocurre en la clase siguiente)    
















[1] http://www.registraduria.gov.co/

lunes, 23 de enero de 2017

CIENCIAS SOCIALES GRADO 11 2017


UNIDAD UNO: Democracia y   derechos humanos: la defensa de la condición humana y el respeto por su diversidad


ESTÁNDAR: Comprendo que el ejercicio político es el resultado de esfuerzos por resolver conflictos y tensiones que surgen en las relaciones de poder entre los Estados y en el interior de ellos mismos.

PREGUNTA PROBLEMATIZADORA: ¿Cómo construir un país más justo y equitativo teniendo en cuenta todas las edades y condiciones socio-culturales de sus pobladores?

TEMÁTICAS A DESARROLLAR: El Estado Colombiano y la constitución de 1991: poder constituyente y democracia – Gobierno Escolar. Participación juvenil: Los jóvenes y los niños frente a las leyes y políticas del país (derechos de los niños y las niñas, Código de infancia y adolescencia, Estatuto de Ciudadanía Juvenil- Ley 1622 de 2013; ley de Convivencia Ley 1620, Ley de Negritudes - Ley 70; Ley de víctimas - Ley 1448.
Los adultos mayores como fuente de experiencia para las nuevas posibilidades sociales.   La conservación de las tradiciones culturales, un desafío para las juventudes de los grupos étnicos (ejemplo ley 70 o ley de negritudes)
Culturas y subculturas juveniles, sus organizaciones y expresiones contraculturales.

CONTEXTUALIZACIÓN

Las sociedades contemporáneas se caracterizan por la complejidad de sus dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales. En ellas, es notoria la aparición de nuevos grupos sociales, con intereses distintos y en ocasiones divergentes de los valores dominantes, que crean o favorecen situaciones de conflicto o transformación social.

Para tratar de comprender las características de estos procesos y cambios, los científicos sociales se han visto obligados a reelaborar sus categorías conceptuales y a plantear nuevas hipótesis de interpretación, tal y como sucede en la actualidad con Las llamadas culturas juveniles y la comunidad LGBTI. Además, dentro de la misma dinámica del desarrollo social, los derechos se han venido extendiendo hacia sectores de la población cada vez mayores.

A partir de la época de la Ilustración en el siglo XVIII, la humanidad ha venido experimentando la ampliación sucesiva de los derechos políticos y sociales. Desde la promulgación de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, durante la Revolución Francesa de 1789, hasta nuestros días, se han registrado notorios avances en el camino del reconocimiento de la igualdad jurídica entre los seres humanos, independientemente de su condición de etnia, creencias reli­giosas, opiniones políticas o nacionalidad.

Por ejemplo, en el transcurso del siglo XX se logran importantes conquistas con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, de los derechos de los niños y las niñas, los derechos de la juventud, así como las medidas encaminadas a la protección y garantía de los derechos de las personas adultas mayores o de la tercera edad.

Estas transformaciones que se producen a nivel mundial se manifiestan también en nuestra sociedad colombiana. En la Constitución Política de 1991 incorporan algunos de estos derechos que tienen validez y aplicación en otros países y que necesariamente, repercuten en la construcción de una sociedad más equitativa y justa.

Actividad a desarrollar
1.      Conformar grupos de 2 estudiantes e investigar una de las siguientes leyes.

a.      Manual de Convivencia IER Cristales
b.      Código de Infancia y adolescencia, ley 1098 de 2006
c.       Ley de Convivencia Escolar, ley 1620 de 2013
d.      Ley de Negritudes o Ley 70 de 1993
e.      ESTATUTO DE Ciudadanía Juvenil LEY 1622   de abril de 2013
f.        Convención de los derechos de los niños y las niñas – Unicef 1989
g.      Ley de víctimas y restitución de tierras  - Ley 1448 de
h.      Leyes de protección sobre la “No violencia contra las Mujeres” – ley 1761 de 2015

2.      Los estudiantes leerán la ley, e investigarán el contexto en el cual surgió ésta. Y realizarán una presentación corta la cual presentarán a sus compañeros que contenga: Principios de la ley; qué derechos y a quienes protege?; así como ha sido su implementación  y si se ha cumplido. Puede acompañar su presentación con cortos videos descargados de la Web.
3.      La Ley se le suministrará en formato digital, para lo cual se le solicita al equipo prestar las tabletas para que puedan hacer la lectura de la misma, la cual está en formato PDF.

EVALUACIÓN

1.      Exposición  en plenaria: Se tendrá en cuenta : Trabajo cooperativo, investigación, Manejo de Tics, Manejo de competencias comunicativas y escrita, capacidad para despertar interés en el grupo
2.      Informe escrito  que contenga la síntesis de su investigación y exposición, el cual será el insumo para realizar síntesis   por parte de los compañeros
3.      Elaboración de una síntesis tipo ensayo que trate de responder a la pregunta problematizadora.
4.      Trabajo en clase que optimice el tiempo.
5.      Registro de aprendizajes significativos en el En la carpeta del Portafolio filosófico(nota en el Área de Filosofía)  

Nota: la Docente estará acompañando el proceso en el aula o a través del correo electrónico o red social de Facebook.

Se le recomienda archivar este documento como insumo para estudio y evidencia de las HORAS CONSTITUCIONALES 

martes, 17 de enero de 2017

Filosofía Grado 10 2017


LA ADMIRACIÓN Y LA "PREGUNTA TOTAL" COMO ORIGEN DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO


INTRODUCCIÓN: Cuando nos preguntamos por el origen de la filosofía, podríamos contestarnos desde una visión histórica señalando que el pensamiento filosófico comienza en Grecia aproximadamente en el siglo VII antes de Cristo. Si bien este dato nos ayuda en la contextualización de nuestra pregunta, tendremos que entender de otro modo el concepto de origen para comprender lo que es realmente la filosofía. En efecto, este origen puede ser entendido en términos psicológicos, es decir, preguntamos por qué y cómo cada uno de nosotros enfrentamos la realidad desde la perspectiva filosófica. La búsqueda de este principio del conocer se hace particularmente importante en cuanto reconocemos en la filosofía el fundamento del conocimiento occidental. Si bien existen otros modos de enfrentar el conocimiento de la realidad, pareciera ser que el pensamiento filosófico es inevitablemente connatural al ser humano e indispensable a la hora de querer situamos con sentido en el mundo. La pregunta es, por lo tanto, ¿Qué sucede en nosotros cuando comenzamos a pensar filosóficamente? Para tratar de responder esta pregunta Rafael Gamba, filósofo español, en su libro "Historia sencilla de la filosofía" nos ofrece un ejemplo:

TEXTO:
‘‘Imaginemos a un hombre que saltó de su casa y ha sufrido un accidente en la calle a consecuencia del cual perdió el conocimiento y fue trasladado a una clínica o a una casa inmediata. Cuando vuelve en si se encuentra en un lugar que le es desconocido, en una situación cuyo origen no recuerda, ¿Cuál será su preocupación inmediata, la pregunta que en seguida se hará a sí mismo o a los que le rodean? No será, ciertamente, sobre la naturaleza o utilidad de los objetos que ve a su alrededor, ni sobre las medida de la habitación o la orientación de su ventana.

Su pregunta será una pregunta Total: ¿Qué es esto? O, mejor, una que englobe su propia situación ¿dónde estoy?, ¿por qhemos venido aquí? Pues bien, la situación del hombre en este mundo es en un todo semejante. Venimos a la vida sin que se nos explique previamente qué es el lugar adonde vamos ni cual habrá de ser nuestro papel en la existencia. Tampoco se nos pregunta si queremos o no nacer. Cierto que, como no nacemos en un estado adulto, sino que en la vida se va formando nuestra inteligencia, al mismo tiempo nos vamos acostumbrando a las cosas hasta verlas como lo más natural e indigno de cualquier explicación.

A los primeros e insistentes porqués de nuestra niñez responden nuestros padres como pueden, y el inmenso prestigio que paseen para nosotros de una parte, y la oscura convicción que tiene el niño de no estar en condiciones de llegar a entenderlo todo, de otra, nos hacen aceptar fácilmente una visión del Universo que, en la mayor parte de los casos, será definitiva e inconmovible. Sin embargo, si adviniéramos el mundo en estado adulto, nuestra perplejidad sería semejante a la del hombre que, perdido el conocimiento, amaneció en un lugar desconocido. Si este mundo que nos parece tan natural y normal fuera de un modo absolutamente distinto nos habituaríamos a él con no mayor dificultad.

Llegada la inteligencia a su estado adulto suele, en algún momento al menos, ponerse en el punto de vista del no habituado, de su desconocimiento profundo frente al mundo y así mismo. En ese instante está naciendo la filosofía. Muchos hombres ahogan en si esa esencial perplejidad: ellos serán los menos dotado para la filosofía; otros la reconocen como la única actitud sincera y honesta y se entregan a ella: estos serán -profesionales o no - filósofos,”

ACTIVIDAD DE CLASE (individual)

Teniendo en cuenta el anterior texto, responde:

1, ¿A qué se refiere el autor ruando afirma que el hombre que filosofa está en un estado de no~ habituado?
2   Cita un ejemplo, concreto, en que se muestre tu condición de "asombro" y el surgimiento de la "pregunta total"?
3.  ¿Por qué, según tu visión y en términos   concretos, perdemos   esta capacidad   de asombrarnos   o admirarnos de la realidad que no conocemos?
4. ¿Cuándo según el autor, nace la filosofía?
5. En un mapa de Europa Ubica geográficamente a Grecia y pégalo en tu cuaderno de filosofía.



domingo, 15 de enero de 2017


FILOSOFÍA GRADO 11° - PRIMER PERIODO - 2017

 


Documento 4: 

CRONOGRAMA MARZO :

2 y 9 de Marzo: lectura: la Ilustración: el Mundo de Sofía.
16 de Marzo: Evaluación de periodo, Traer 300$ y 2° REVISIÓN DE PORTAFOLIO Y DIARIO FILOSÓFICO (Ordenado y con portada) Proyecto de lectura
23 de marzo: Auto/coe/hetero evaluación
30 de marzo: ¿Qué es la Ilustración? Documento de Kant / proyecto de lectura.  

GUÍA DE LECTURA / EL MUNDO DE SOFÍA (Trabajo individual) Actividad uno

1.     Consulta y luego defina utilizando argumentación propia los siguientes conceptos: Ontología, metafísica,   Renacimiento, ciencia, racionalismo, Existencialismo, Romanticismo, Abstracto, libre albedrío, Ilustración francesa, angustia existencial. Regístralo en tu cuaderno.

2.     Define en una oración a los siguientes personajes: Descartes, Kant, Hegel, Berkeley, Kierkegaard, Marx, Darwin, Sartre, Hume, Rousseau, Newton, Montesquieu.  


3.     Explica a qué se refería la ilustración Francesa en los siguientes aspectos: (utiliza el lenguaje cotidiano, es decir interpretación vuestra y no trascripción.
1. Rebelión contra las autoridades
2. Racionalismo
3, La idea de «ilustrar»
4. Optimismo cultural
5. Vuelta a la naturaleza
6. Cristianismo humanizado
7. Derechos humanos

Actividad dos
Reflexiona, analiza y luego plasma en el diario de campo: El cual debe ser desarrollado con bolígrafo; fecha de las reflexiones, Hacerle portada y darle un orden lógico a tu archivo de notas.
1.     ¿en qué momentos de tu vida has experimentado una angustia existencial?
2.     Interpreta, argumenta y escribe tus reflexiones frente a esta frase tomada del texto “, «Ser o no ser» esa es la cuestión (no es, pues, toda la cuestión) .  (Frase de Shakespeare expresada por Hamlet)   Otra cuestión es qué somos. ¿Somos personas reales? ¿Nuestro mundo está compuesto por cosas verdaderas, o estamos rodeados de conciencia?
3.     Explica, luego de leer el texto de sobre Kant en el mundo de Sofía: el siguiente aforismo de descartes: –«Pienso, luego existo.


DOCUMENTO No. 3


¿Qué es la ilustración? - Emmanuel Kant


Tomado de : http://kant.idoneos.com/310434/

La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad...

El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.

La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mí puesto en tan fastidiosa tarea. Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia.
Por tanto, a cada hombre individual le es difícil salir de la minoría de edad, casi convertida en naturaleza suya; inclusive, le ha cobrado afición. Por el momento es realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jamás se le deja hacer dicho ensayo. Los grillos que atan a la persistente minoría de edad están dados por reglamentos y fórmulas: instrumentos mecánicos de un uso racional, o mejor de un abuso de sus dotes naturales. Por no estar habituado a los movimientos libres, quien se desprenda de esos grillos quizá diera un inseguro salto por encima de alguna estrechísima zanja. Por eso, sólo son pocos los que, por esfuerzo del propio espíritu, logran salir de la minoría de edad y andar, sin embargo, con seguro paso.

Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, siempre que se le deje en libertad; incluso, casi es inevitable. En efecto, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, hasta entre los tutores instituidos por la confusa masa. Ellos, después de haber rechazado el yugo de la minoría de edad, ensancharán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene: la de pensar por sí mismo. Notemos en particular que con anterioridad los tutores habían puesto al público bajo ese yugo, estando después obligados a someterse al mismo. Tal cosa ocurre cuando algunos, por sí mismos incapaces de toda ilustración, los incitan a la sublevación: tan dañoso es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o propagadores. Luego, el público puede alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizá por una revolución sea posible producir la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará por este camino la verdadera reforma del modo de pensar, sino que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para la mayor parte de la masa, privada de pensamiento.
Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración. Entiendo por uso público de la propia razón el que alguien hace de ella, en cuanto docto, y ante la totalidad del público del mundo de lectores. Llamo uso privado al empleo de la razón que se le permite al hombre dentro de un puesto civil o de una función que se le confía. Ahora bien, en muchas ocupaciones concernientes al interés de la comunidad son necesarios ciertos mecanismos, por medio de los cuales algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo, para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los dirija hacia fines públicos, o al menos, para que se limite la destrucción de los mismos. Como es natural, en este caso no es permitido razonar, sino que se necesita obedecer. Pero en cuanto a esta parte de la máquina, se la considera miembro de una comunidad íntegra o, incluso, de la sociedad cosmopolita; en cuanto se la estima en su calidad de docto que, mediante escritos, se dirige a un público en sentido propio, puede razonar sobre todo, sin que por ello padezcan las ocupaciones que en parte le son asignadas en cuanto miembro pasivo. 

Así, por ejemplo, sería muy peligroso si un oficial, que debe obedecer al superior, se pusiera a argumentar en voz alta, estando de servicio, acerca de la conveniencia o inutilidad de la orden recibida. Tiene que obedecer. Pero no se le puede prohibir con justicia hacer observaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del servicio militar y presentarlas ante el juicio del público. El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados, tanto que una censura impertinente a esa carga, en el momento que deba pagarla, puede ser castigada por escandalosa (pues podría ocasionar resistencias generales). Pero, sin embargo, no actuará en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente sus ideas acerca de la inconveniencia o injusticia de tales impuestos. De la misma manera, un sacerdote está obligado a enseñar a sus catecúmenos y a su comunidad según el símbolo de la Iglesia a que sirve, puesto que ha sido admitido en ella con esa condición. Pero, como docto, tiene plena libertad, y hasta la misión, de comunicar al público sus ideas cuidadosamente examinadas y bien intencionadas acerca de los defectos de ese símbolo; es decir, debe exponer al público las proposiciones relativas a un mejoramiento de las instituciones, referidas a la religión y a la Iglesia. En esto no hay nada que pueda provocar en él escrúpulos de conciencia. Presentará lo que enseña en virtud de su función en tanto conductor de la Iglesia como algo que no ha de enseñar con arbitraria libertad, y según sus propias opiniones, porque se ha comprometido a predicar de acuerdo con prescripciones y en nombre de una autoridad ajena. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o aquello, para lo cual se sirve de determinados argumentos. 

En tal ocasión deducirá todo lo que es útil para su comunidad de proposiciones a las que él mismo no se sometería con plena convicción; pero se ha comprometido a exponerlas, porque no es absolutamente imposible que en ellas se oculte cierta verdad que, al menos, no es en todos los casos contraria a la religión íntima. Si no creyese esto último, no podría conservar su función sin sentir los reproches de su conciencia moral, y tendría que renunciar. Luego el uso que un predicador hace de su razón ante la comunidad es meramente privado, puesto que dicha comunidad sólo constituye una reunión familiar, por amplia que sea. Con respecto a la misma, el sacerdote no es libre, ni tampoco debe serlo, puesto que ejecuta una orden que le es extraña. Como docto, en cambio, que habla mediante escritos al público, propiamente dicho, es decir, al mundo, el sacerdote gozará, dentro del uso público de su razón, de una ilimitada libertad para servirse de la misma y, de ese modo, para hablar en nombre propio. En efecto, pretender que los tutores del pueblo (en cuestiones espirituales) sean también menores de edad, constituye un absurdo capaz de desembocar en la eternización de la insensatez.

Pero una sociedad eclesiástica tal, un sínodo semejante de la Iglesia, es decir, una classis de reverendos (como la llaman los holandeses) ¿no podría acaso comprometerse y jurar sobre algún símbolo invariable que llevaría así a una incesante y suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y, mediante ellos, sobre el pueblo? ¿De ese modo no lograría eternizarse? Digo que es absolutamente imposible. Semejante contrato, que excluiría para siempre toda ulterior ilustración del género humano es, en sí mismo, sin más nulo e inexistente, aunque fuera confirmado por el poder supremo, el congreso y los más solemnes tratados de paz. Una época no se puede obligar ni juramentar para poner a la siguiente en la condición de que le sea imposible ampliar sus conocimientos (sobre todo los muy urgentes), purificarlos de errores y, en general, promover la ilustración. Sería un crimen contra la naturaleza humana, cuya destinación originaria consiste, justamente, en ese progresar. La posteridad está plenamente justificada para rechazar aquellos decretos, aceptados de modo incompetente y criminal. La piedra de toque de todo lo que se puede decidir como ley para un pueblo yace en esta cuestión: ¿un pueblo podría imponerse a sí mismo semejante ley? 

Eso podría ocurrir si por así decirlo, tuviese la esperanza de alcanzar, en corto y determinado tiempo, una ley mejor, capaz de introducir cierta ordenación. Pero, al mismo tiempo, cada ciudadano, principalmente los sacerdotes, en calidad de doctos, debieran tener libertad de llevar sus observaciones públicamente, es decir, por escrito, acerca de los defectos de la actual institución. Mientras tanto hasta que la intelección de la cualidad de estos asuntos se hubiese extendido lo suficiente y estuviese confirmada, de tal modo que el acuerdo de su voces (aunque no la de todos) pudiera elevar ante el trono una propuesta para proteger las comunidades que se habían unido en una dirección modificada de la religión, según los conceptos propios de una comprensión más ilustrada, sin impedir que los que quieran permanecer fieles a la antigua lo hagan así mientras tanto, pues, perduraría el orden establecido. Pero constituye algo absolutamente prohibido unirse por una constitución religiosa inconmovible, que públicamente no debe ser puesta en duda por nadie, aunque más no fuese durante lo que dura la vida de un hombre, y que aniquila y torna infecundo un período del progreso de la humanidad hacia su perfeccionamiento, tornándose, incluso, nociva para la posteridad. Un hombre, con respecto a su propia persona y por cierto tiempo, puede dilatar la adquisición de una ilustración que está obligado a poseer; pero renunciar a ella, con relación a la propia persona, y con mayor razón aún con referencia a la posteridad, significa violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Pero lo que un pueblo no puede decidir por sí mismo, menos lo podrá hacer un monarca en nombre del mismo. En efecto, su autoridad legisladora se debe a que reúne en la suya la voluntad de todo el pueblo. 

Si el monarca se inquieta para que cualquier verdadero o presunto perfeccionamiento se concilie con el orden civil, podrá permitir que los súbditos hagan por sí mismos lo que consideran necesario para la salvación de sus almas. Se trata de algo que no le concierne; en cambio, le importará mucho evitar que unos a los otros se impidan con violencia trabajar, con toda la capacidad de que son capaces, por la determinación y fomento de dicha salvación. Inclusive se agravaría su majestad si se mezclase en estas cosas, sometiendo a inspección gubernamental los escritos con que los súbditos tratan de exponer sus pensamientos con pureza, salvo que lo hiciera convencido del propio y supremo dictamen intelectual con lo cual se prestaría al reproche Caesar non est supra grammaticos o que rebajara su poder supremo lo suficiente como para amparar dentro del Estado el despotismo clerical de algunos tiranos, ejercido sobre los restantes súbditos.
Luego, si se nos preguntara ¿vivimos ahora en una época ilustrada? responderíamos que no, pero sí en una época de ilustración. Todavía falta mucho para que la totalidad de los hombres, en su actual condición, sean capaces o estén en posición de servirse bien y con seguridad del propio entendimiento, sin acudir a extraña conducción. Sin embargo, ahora tienen el campo abierto para trabajar libremente por el logro de esa meta, y los obstáculos para una ilustración general, o para la salida de una culpable minoría de edad, son cada vez menores. Ya tenemos claros indicios de ello. Desde este punto de vista, nuestro tiempo es la época de la ilustración o "el siglo de Federico".

Un príncipe que no encuentra indigno de sí declarar que sostiene como deber no prescribir nada a los hombres en cuestiones de religión, sino que los deja en plena libertad y que, por tanto, rechaza al altivo nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado, y merece que el mundo y la posteridad lo ensalce con agradecimiento. Al menos desde el gobierno, fue el primero en sacar al género humano de la minoría de edad, dejando a cada uno en libertad para que se sirva de la propia razón en todo lo que concierne a cuestiones de conciencia moral. Bajo él, dignísimos clérigos sin perjuicio de sus deberes profesionales pueden someter al mundo, en su calidad de doctos, libre y públicamente, los juicios y opiniones que en ciertos puntos se apartan del símbolo aceptado. Tal libertad es aún mayor entre los que no están limitados por algún deber profesional. Este espíritu de libertad se extiende también exteriormente, alcanzando incluso los lugares en que debe luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que equivoca sus obligaciones. Tal circunstancia constituye un claro ejemplo para este último, pues tratándose de la libertad, no debe haber la menor preocupación por la paz exterior y la solidaridad de la comunidad. Los hombres salen gradualmente del estado de rusticidad por propio trabajo, siempre que no se trate de mantenerlos artificiosamente en esa condición.
He puesto el punto principal de la ilustración es decir, del hecho por el cual el hombre sale de una minoría de edad de la que es culpable en la cuestión religiosa, porque para las artes y las ciencias los que dominan no tienen ningún interés en representar el papel de tutores de sus súbditos. Además, la minoría de edad en cuestiones religiosas es la que ofrece mayor peligro: también es la más deshonrosa. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esa libertad llega todavía más lejos y comprende que, en lo referente a la legislación, no es peligroso permitir que los súbditos hagan un uso público de la propia razón y expongan públicamente al mundo los pensamientos relativos a una concepción más perfecta de esa legislación, la que puede incluir una franca crítica a la existente. También en esto damos un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros honramos.

Pero sólo alguien que por estar ilustrado no teme las sombras y, al mismo tiempo, dispone de un ejército numeroso y disciplinado, que les garantiza a los ciudadanos una paz interior, sólo él podrá decir algo que no es lícito en un Estado libre: ¡razonad tanto como queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí una extraña y no esperada marcha de las cosas humanas; pero si la contemplamos en la amplitud de su trayectoria, todo es en ella paradójico. Un mayor grado de libertad civil parecería ventajoso para la libertad del espíritu del pueblo y, sin embargo, le fija límites infranqueables. Un grado menor, en cambio, le procura espacio para la extensión de todos sus poderes. Una vez que la Naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación y disposición al libre pensamiento, ese hecho repercute gradualmente sobre el modo de sentir del pueblo (con lo cual éste va siendo poco a poco más capaz de una libertad de obrar) y hasta en los principios de gobierno, que encuentra como provechoso tratar al hombre conforme a su dignidad, puesto que es algo más que una máquina.

Emmanuel Kant





DOCUMENTO No. 2


LA ILUSTRACIÓN[1]

... desde cómo se hace una aguja hasta cómo se funde un cañón... Hilde había empezado a leer el capítulo sobre el Renacimiento  cuando de pronto oyó la puerta de abajo. Miró el reloj. Eran Las cuatro.
La madre subió la escalera corriendo y abrió la puerta.
–¿No has estado en la iglesia?
–Sí, sí.
–Pero... ¿con qué ropa?
–Con la que llevo ahora.
–¿En camisón?
–Mmm... He estado en la Iglesia de María.
–¿La Iglesia de María?
–Es una vieja iglesia de la Edad Media.
–¡Hilde!
Dejó la carpeta y miró a su madre.
–Me olvidé de la hora, mamá. Lo siento, pero estoy leyendo algo apasionante, ¿sabes?.
La madre no pudo sino sonreír;
–Es un libro mágico, –añadió Hilde.
–Bueno, bueno. Y una vez más: felicidades, Hilde.
–¡No sé si soporto ya más felicitaciones!
–Pero yo no... Bueno, me voy a acostar un rato, y luego haré una cena estupenda. He comprado fresones.
–Yo seguiré leyendo.
La madre desapareció y Hilde siguió leyendo.
Sofía acompañó a Hermes a través de la ciudad. En el Portal de Alberto encontró una nueva postal del Líbano fechada el 15. 6 De pronto entendió el sistema de las fechas. Las Postales fechadas  antes del 15 de junio eran “copias» de postales que Hilde ya había recibido. Las que llevaban la fecha de hoy sólo le llegaban mediante la carpeta de anillas.

Querida Hilde. Sofía está llegando a casa del Profesor de filosofía.
Ella pronto cumplirá quince años, pero tú ya los cumpliste ayer ¿O es hoy, Hildecita? Si es hoy será muy adentrado el día... Hilde leyó cómo Alberto explicaba a Sofía el Renacimiento y la nueva ciencia, los racionalistas del siglo XVII y el empirismo británico.

Reaccionó varias veces al encontrarse con nuevas postales y felicitaciones que su padre había pegado a las narraciones. Había conseguido que esos comunicados se cayesen de cuadernos, apareciesen en el interior de un plátano y se metieran dentro de un ordenador. Sin costarle el más mínimo esfuerzo conseguía que Alberto tuviera lapsus al hablar y llamara Hilde a Sofía. El colmo era que hubiera hecho hablar a Hermes: «¡ Felicidades, Hilde!».

Hilde estaba de acuerdo con Alberto en que se estaba pasando al compararse a sí mismo con Dios y con la providencia divina.

¿Pero con quién estaba realmente de acuerdo en ese caso? ¿No era su padre el que había puesto esas palabras de reproche, o de reproche  hacia él mismo, en boca de Alberto? Llegó a pensar que la comparación con Dios no era tan mala a pesar de todo. Su padre era más o menos un dios omnipotente para el mundo de Sofía.

Cuando Alberto estaba a punto de empezar a hablar de Berkeley Hilde estaba tan expectante como lo había estado Sofía. ¿Qué pasaría ahora? Desde hacía tiempo se veía venir que algo muy especial iba a suceder cuando llegaran a este filósofo que había negado la existencia de un mundo material fuera de la conciencia del hombre. Pues Hilde ya había consultado la enciclopedia.

Empezó con que estaban delante de la ventana viendo que el padre de Hilde había enviado un avión con una cinta donde ponía «Felicidades» y que surcaba el aire. Al mismo tiempo empezaron a aparecer «nubes negras en la lejanía».

«Ser o no ser» no es, pues, toda la cuestión. Otra cuestión es qué somos. ¿Somos personas reales? ¿Nuestro mundo está compuesto por cosas verdaderas, o estamos rodeados de conciencia?

No era de extrañar que Sofía comenzara a morderse las uñas. Hilde nunca había tenido ese vicio pero en ese momento no se sentía muy valiente ella tampoco.

Y resultó que: «... para nosotros esa “voluntad o espíritu” que causa ‘todo en todo” también podría ser el padre de Hilde».
¿Quieres decir que ha sido como una especie de Dios para nosotros?
–Sin modestia, sí. ¡Pero debería darle vergüenza!
–¿Y qué pasa con Hilde?
–Ella es un ángel, Sofía.
–¿Un ángel?
–Hilde es aquella a la que se dirige el «espíritu».
Con esto, Sofía se marchó corriendo de casa de Alberto y salió a la tormenta. ¿Podría haber sido la misma tormenta que había llegado
a Bjerkely unas horas después de que Sofía cruzara, la ciudad corriendo?
Mañana es mi cumpleaños, pensó. ¿No resultaba demasiado penoso tener que reconocer que la vida es un sueño justo el día antes de cumplir quince años? Era como soñar que te tocaban diez millones en la lotería y de repente, justo antes del gran sorteo, darte cuenta de que todo había sido un sueño.

Sofía cruzó corriendo el campo de deportes mojado. De repente se dio cuenta de que una persona venía corriendo hacia ella. Era su madre. Los rayos reventaron el cielo repetidamente. Cuando se encontraron las dos, la madre la abrazó.
–¿Qué es lo que nos está sucediendo, mi pequeña?
–No lo sé - contestó Sofía llorando. Es como una pesadilla.
Hilde notó que sus ojos estaban húmedos. «Ser o no ser, ésa es la cuestión.”
Tiró la carpeta sobre la cama y se levantó para pasearse por la habitación. Al final se puso delante del espejo de latón, y allí se quedó de pie hasta que su madre vino a avisarla de que estaba preparada la cena. Cuando llamó a la puerta, Hilde no tenía idea de cuánto tiempo había estado así, de pie. Pero estaba segura, estaba totalmente segura de que el reflejo del espejo le había guiñado los ojos.

Durante la cena intentó ser una homenajeada agradecida. Pero estaba pensando constantemente en Alberto y Sofía.
¿Qué les pasaría ahora que sabían que el padre de Hilde era el que decidía todo? Aunque... saber saber... en realidad no sabían nada.

¿No era más bien que papá hacía como si supieran? Pero de todos modos el problema seguía siendo el mismo: ahora que Sofía y Alberto lo «sabían» todo, habían llegado en cierta manera al final del camino.

Estuvo a punto de atragantarse con un trozo grande de patata, cuando de pronto se dio cuenta de que ese planteamiento a lo mejor era también aplicable a su propio mundo. Los hombres habían llegado cada vez más lejos en la comprensión de las leyes de la naturaleza. ¿La Historia podía simplemente seguir y seguir incluso después de que las últimas piezas de los puzles (abstracto) de la filosofía y de la ciencia se hubiesen colocado? ¿O los hombres se estaban acercando al fin de la Historia? No había una conexión entre el desarrollo del pensamiento y de la ciencia, por un lado, y el efecto invernadero y selvas tropicales quemadas, por el otro? Quizás no fuera, al fin y al cabo, ninguna tontería llamar «pecado original» a la necesidad del hombre de saber.

Esta pregunta era tan grande y tan aterradora que Hilde intentó olvidarse de ella. Además seguramente entendería más al seguir leyendo el regalo de cumpleaños de papá.
Cuando se terminaron el helado con fresas italianas, dijo la madre:
–Ahora haremos exactamente lo que más te apetezca.
–Sé que suena un poco raro, pero sólo tengo ganas de seguir leyendo el regalo de papá.
–Sí, pero no debes permitir que te deje completamente aturdida.
–No te preocupes.
Hilde se acordó de cómo Sofía había hablado con su ma-dre. ¿A lo mejor papá había metido algo de la madre de Hilde en esa otra madre? Decidió no hablar de conejos blancos que se sacan del sombrero de copa del universo, al menos no hoy.
–Por cierto... –dijo al levantarse de la mesa.
–No encuentro mi cruz de oro.
La madre la miró con cara de misterio.
–La encontré junto al muelle hace muchas semanas. ¡Debiste de perderla allí, despistada!
–¿Se lo has contado a papá?
–No me acuerdo pues, sí, supongo.
–¿Entonces dónde está?
Su madre fue a buscarla en su propio joyero. Hilde oyó un grito de sorpresa desde el dormitorio: pronto volvió al salón.
–¿Sabes... ?, en este momento no la encuentro.
–Lo suponía.
Abrazó a su madre y subió a la buhardilla de nuevo. Por fin pudo seguir leyendo sobre Sofía y Alberto. Se tumbó en la cama con la pesada carpeta sobre las rodillas

Sofía se despertó cuando su madre entró en su cuarto con una bandeja llena de regalos. En una botella vacía había metido una bandera.
–¡Felicidades, Sofía!
Sofía se restregó los ojos para despertarse. Intentó acordarse de todo lo que había pasado el día anterior. Pero todo eran simplemente piezas sueltas de un rompecabezas. Una de las piezas era Alberto, otras eran Hilde y el mayor. Una era Berkeley, otra era Bjerkely. La pieza más negra era la tremenda tormenta.

Casi le había dado una especie de ataque de nervios. Su madre le había dado un masaje y la había metido en la cama con una taza de leche caliente con miel. Se había dormido instantáneamente.
Creo que estoy viva balbució.
–Claro que estás viva. Y hoy cumples quince años.
–¿Estás completamente segura?
–Completamente segura. ¿No iba a saber una madre el día en que nació su única hija? El 13 de junio de 1975..., a la una y media,
Sofía. Fue el momento más feliz de mi vida.
¿Estás segura de que no es todo un sueño?
–Pero al menos es un buen sueño despertarse con panecillos y Fanta y regalos de cumpleaños.
Dejó la bandeja con los regalos sobre una silla y salió un momento de la habitación. Cuando volvió trajo otra bandeja esta vez con panecillos y Fanta. La puso en el extremo de la cama de Sofía y fue como todos los cumpleaños. Desenvolvieron los paquetes mientras recordaban tiempos pasados, hasta el parto hacía quince años. Su madre le regaló una raqueta de tenis.

Nunca había jugado al tenis, pero había una pista al aire libre muy cerca de su casa. Su padre le había enviado un mini-televisor con radio incorporada. La pantalla no era mayor que una fotografía normal. Y había otras cosas de tías y de amigos de la familia.

Al cabo de un rato, su madre dijo:
–¿Te parece que debo tomarme el día libre hoy?
–No, ¿por qué?
–Es que ayer estabas muy desconcertada. Si esto sigue así creo que tendremos que pedir hora a un psicólogo.
Te lo puedes ahorrar.
¿Sólo fue la tormenta, o también fue ese Alberto?
–¿Y tú, qué? «¿Qué nos está pasando, hija mía?», dijiste.
–Me preocupaba que últimamente estuvieras vagando por la ciudad para encontrarte con extraños. Quizás sea culpa mía...
–Nadie tiene la culpa de que yo haga un pequeño cursillo de filosofía en mi tiempo libre. Vete al trabajo, mamá. Tenemos una reunión en el colegio hoy a las diez. Sólo para que nos den las notas y para tomar algo.
–¿Sabes ya las notas?
–Sólo sé que tendré más sobresalientes que la última vez.
Al poco rato de marcharse la madre, sonó el teléfono.
–Sofía Amundsen.
–Soy Alberto.
–Ah...
–El mayor estuvo derrochando dinamita ayer.
–No entiendo lo que quieres decir.
–Los truenos, Sofía.
–No sé qué pensar.
–Esa es la mayor virtud del filósofo. Estoy orgulloso de cuánto has aprendido en tan poco tiempo.
–Tengo miedo de que nada sea real
–Se llama angustia existencial y suele ser simplemente una transición a un nuevo conocimiento.
–Creo que necesito una pausa en el curso.
–¿Hay muchas ranas en tu jardín estos días?
Solía tuvo que reírse. Alberto prosiguió.
–Creo que deberíamos seguir trabajando. Por cierto, felicidades.
Tenemos que acabar completamente el curso antes de San Juan.
Es nuestra última esperanza.
–¿Nuestra última esperanza de qué?
–¿Estás cómodamente sentada? Vamos a necesitar un poco de tiempo, ¿sabes?
–Estoy cómoda.
–¿Te acuerdas de Descartes?
–«Pienso, luego existo.”
–Por el momento estamos completamente vacíos en nuestra duda metódica. Quizás resulte que somos pensamiento, y eso es algo muy distinto a pensar uno mismo. Tenemos buenas razones para creer que pertenecemos a la imaginación del padre de Hilde y de ese modo constituimos una especie de entretenimiento en el cumpleaños de la hija del mayor en Lillesand. ¿Me sigues?
–Sí...
–Pero en esto también va incorporada una contradicción. Si somos fruto de la imaginación de alguien, no tenemos derecho a «creer» nada en absoluto. En ese caso, toda esta conversación telefónica es pura imaginación.

–Y entonces no tenemos libre albedrío. Es el mayor el que planifica todo lo que decimos y hacemos. De modo que simplemente podemos colgar.
–No, ahora estás simplificando demasiado.
–¡ Explícate!
–¿Dirías que una persona planifica todo aquello con lo que sueña? Puede que el padre de Hilde esté al tanto de todo lo que hacemos, y que intentar escapar de su omnisciencia resulte tan difícil como intentar escapar de la propia sombra. Pero puede ser, y por eso he empezado a elaborar un plan, que el mayor no haya decidido de antemano lo que va a pasar. Puede ser que no lo decida hasta el mismo momento, es decir, hasta el momento de la creación. Puede que justo en ese momento tengamos iniciativa propia para dirigir nuestros hechos y nuestros movimientos. Una iniciativa así estará compuesta de impulsos tremendamente débiles comparados con los del mayor. Poca resistencia podremos poner contra fuertes situaciones exteriores tales como perros que hablan, aviones de hélice con cintas de felicitación, recados en plátanos y truenos encargados de antemano. Pero no debemos excluir que tengamos una pequeñísima y débil voluntad propia.

–¿Cómo puede ser posible eso?
–El mayor es evidentemente omnisciente en nuestro pequeño mundo, pero no significa que sea omnipotente. Al menos debemos intentar vivir nuestras vidas como si no lo fuera.
–Creo que entiendo lo que quieres decir.
–El truco sería poder lograr hacer algo completamente por nuestra cuenta, me refiero a algo que el mayor ni siquiera fuera capaz de descubrir.

–¿Cómo va a ser eso posible si no existimos?
–¿Quién ha dicho que no existimos? La cuestión no es si existimos sino qué somos y quién somos. Aunque resultara que solamente somos impulsos en la compleja mente del mayor, eso no nos quita nuestra poca existencia.
–¿Y tampoco nuestro libre albedrío?
–Estoy en ello, Sofía.
–Pero el padre de Hilde también sabrá que tú “estás en ello».
–Decididamente. Pero no conoce el plan en sí. Intento encontrar un punto «arquimédico».
–¿Un punto «arquimédico»?
–Arquímedes era un científico helenístico. «Dame un punto fijo», dijo, «y yo moveré el mundo». Un punto así es lo que tenemos que buscar para podernos salir del universo interno del mayor.
–Sería una verdadera hazaña.
–Pero no nos vamos a poder escapar antes de haber terminado del todo el curso de filosofía. Hasta entonces nos tendrá bien cogidos. Al parecer ha decidido que yo debo guiarte a través de los siglos hasta nuestra propia época. Pero nos quedan pocos días antes de que coja el avión de vuelta en Oriente Medio. Si no hemos logrado librarnos de su pegajosa imaginación antes de que llegue a Bjerkely, entonces estaremos perdidos.
–Me das miedo...
–Primero tendré que darte la primera información indispensable sobre la Ilustración francesa. Luego tendremos que mirar a grandes rasgos la filosofía de Kant, antes de acercarnos al Romanticismo. Y para nosotros dos, Hegel será una pieza importante. Y con él tampoco podemos evitar describir el indignado ajuste de cuentas de Kierkegaard a la filosofía hegeliana. También tendremos que decir algunas palabras sobre Marx, Darwin y Freud. Y si nos da tiempo a hacer unos comentarios concluyentes sobre Sartre y el existencialismo, el plan podrá ponerse en marcha.

–Eso es mucho para sólo una semana.
–Por eso tenemos que empezar ahora mismo. ¿Puedes venir ahora?
–Tengo que ir al colegio. Nos van a dar las notas y vamos a tomar algo.
–Déjalo. Si somos pura conciencia sólo es pura imaginación el que dulces y coca-colas y cosas así sepan a algo en absoluto.
–Pero las notas...
–Sofía, o vives en un universo maravilloso en un planeta minúsculo en una de los millones de galaxias, o constituyes algunos impulsos electromagnéticos en la conciencia del mayor.
Y tú hablas de «notas». ¡Debería darte vergüenza!
–Lo siento.
–Pero bueno, pásate por el colegio antes de vernos. Podría tener mala influencia sobre Hilde el que tú hicieras novillos el último día de colegio. Ella seguramente va al colegio aunque sea su cumpleaños, porque es un ángel.
–Entonces iré justo después del colegio.
–Podemos vernos en la Cabaña del Mayor.
–¿En la Cabaña del Mayor?
–Clic.
Hilde puso la carpeta de anillas sobre las rodillas. Con eso último su padre lograba que le remordiera un poco la conciencia por haber hecho novillos el último día del colegio. ¡El granuja! Se quedó un instante meditando en qué clase de plan podía tramar Alberto. Se sintió tentada a mirar la última hoja de la carpeta, pero no, eso sería hacer trampa. Más valía darse prisa y seguir leyendo.

No obstante, estaba convencida de que Alberto si tenía razón en un punto. Una cosa era que el padre tuviera una especie de control sobre lo que les sucedía a Sofía y Alberto. Pero seguro que no sabía lo que les iba a suceder mientras estaba escribiendo. A lo mejor escribía alguna cosa a toda prisa, algo que no descubriría hasta mucho más tarde. Precisamente en este espacio estaba la relativa libertad de Sofía y Alberto.

De nuevo Hilde tuvo la sensación de que Sofía y Alberto eran personas reales. Aunque el mar esté en calma total, no significa que no esté sucediendo algo en la profundidad, pensó.
¿Pero por qué lo pensó?
Por lo menos no era un pensamiento que se movía en la superficie.
En el colegio todo el mundo felicitó a Sofía.
En cuanto hubo escuchado los últimos “feliz verano» del profesor, Sofía se fue corriendo a casa. Jorunn intentó retenerla, pero Sofía le dijo que tenía cosas que hacer.
En el buzón encontró dos postales del Líbano. En ambas postales ponía «HAPPY BIRTHDAY – 15 YEARS». Eran de esas tarjetas que se compran para los cumpleaños.
Una de las dos iba dirigida a «Hilde Møller Knag c/o Sofía Amundsen...”. Pero la otra tarjeta era para la propia Sofía. Ambas llevaban el matasellos del Batallón de las Naciones Unidas del 15 de junio.

Sofía leyó primero la tarjeta dirigida a ella:
Querida Sofía Amundsen. Hoy también tú te mereces una felicitación. Felicidades, Sofía. Y gracias por todo lo que has hecho por Hilde hasta ahora.
Atentamente Mayor Albert Knag.
Sofía no sabía muy bien cómo reaccionar al ver que el padre de Hilde le había enviado una postal también a ella. De alguna manera, le pareció un bonito detalle.
En la tarjeta para Hilde ponía:
Mi pequeña Hilde. No sé ni en qué día estamos ni qué hora será en Lillesand. No importa mucho. Si te conozco bien, no es demasiado tarde para mandar desde aquí una última o al menos penúltima felicitación. ¡Pero tampoco debes quedarte hasta muy tarde! Alberto pronto te hablará sobre las ideas de la Ilustración francesa. Se centrará en los siete puntos siguientes:

1. Rebelión contra las autoridades
2. Racionalismo
3, La idea de «ilustrar»
4. Optimismo cultural
5. Vuelta a la naturaleza
6. Cristianismo humanizado
7. Derechos humanos

Era evidente que seguía teniéndolos bajo control. Sofía abrió la puerta con la llave y dejó el boletín de las notas con todos los sobresalientes sobre la mesa de la cocina. A continuación se metió por el seto y se fue corriendo al bosque. De nuevo tuvo que cruzar el pequeño lago a remo. Albedo estaba sentado en los escalones de la cabaña cuando ella llegó. Le hizo señas para que se sentara a su lado. Hacía bueno, pero de la pequeña laguna subía una húmeda y fresca corriente. Era como si el tiempo no se hubiese recuperado aún después de la tormenta.

–Vayamos al grano –dijo Alberto–. Después de Hume el siguiente gran sistematizador fue el alemán Kant. Pero también Francia produjo muchos pensadores importantes en el siglo XVIII. Podemos decir que el centro de gravedad filosófico de Europa se encontraba en Inglaterra en la primera mitad del siglo XVIII, en Francia a mediados del mismo siglo y en Alemania hacia finales.

–Un desplazamiento del Oeste al este, por así decirlo.
–Exactamente, Mencionaré brevemente algunas ideas que fueron comunes en muchos de los filósofos franceses de la Ilustración, como Montesquieu, Voltaire, Rousseau y muchos otros. Me he concentrado en siete puntos.

–Ya lo sabía.
Sofía le alcanzó la postal del padre de Hilde. Alberto suspiró profundamente.
–Podría haberse ahorrado esto... Una primera frase clave es, como ya sabes, “rebelión contra las autoridades», Varios de los filósofos franceses de la Ilustración visitaron Inglaterra, país que, en muchos aspectos, era más liberal que su propia patria.

Quedaron fascinados por las ciencias naturales inglesas, particularmente por Newton y su física universal. Pero también fueron inspirados por la filosofía británica, muy especialmente por Locke y su filosofía política. De vuelta a su patria, Francia, comenzaron a atacar a las viejas autoridades. Pensaban que era muy importante adoptar una postura escéptica ante todas las verdades heredadas, y que el propio individuo tenía que buscar las respuestas a las preguntas. En este punto estaban influenciados por Descartes.

–Porque él había construido todo desde la base.
–Exacto. La rebelión contra las viejas autoridades se dirigía en parte contra el poder de la Iglesia, del rey y de la nobleza. En el siglo XVIII estas instituciones eran mucho más poderosas en Francia que en Inglaterra.
–Y vino la Revolución.
–Sí en 1789. Pero las nuevas ideas llegaron mucho antes. La siguiente palabra clave es «racionalismo».
–Yo creía que el racionalismo murió con Hume.
–El mismo Hume no murió hasta 1776, aproximadamente veinte años después que Montesquieu y sólo dos años antes que Voltaire y Rousseau, que murieron en 1 778 los dos. Pero los tres habían estado en Inglaterra y conocían bien la filosofía de Locke.

Tal vez recuerdes que Locke no fue un empirista muy consecuente, porque opinaba, por ejemplo, que tanto la fe en Dios como ciertas normas morales, son inherentes a la razón del hombre. Este punto es también el núcleo de la filosofía francesa de la Ilustración.

Dijiste además que los franceses siempre han sido un poco más racionalistas que los británicos.
–Y esa diferencia tiene sus raíces en la Edad Media. Cuando los ingleses hablan de «sentido común», los franceses suelen hablar de «evidencia». La expresión inglesa tiene que ver con la «experiencia común», y la francesa con «lo evidente», es decir con la razón.
–Entiendo.
–Al igual que los humanistas de la Antigüedad, como Sócrates y los estoicos, la mayor parte de los filósofos de la Ilustración tenía una fe inquebrantable en la razón del hombre. Esto era tan destacable que muchos llaman a la época francesa de la ilustración simplemente «Racionalismo». Las nuevas ciencias naturales habían demostrado que la naturaleza estaba organizada racionalmente. Los filósofos de la Ilustración consideraron su cometido construir una base también para la moral, la religión y la ética, de acuerdo con la razón inalterable de las personas. Esto fue precisamente lo que condujo a la propia idea de «Ilustración». Ése fue el punto número tres.

»Ahora hacía falta «ilustrar» a las grandes capas del pueblo, porque ésta era la condición previa para una sociedad mejor. Se pensaba que la miseria y la opresión se debían a la ignorancia y a la superstición. Por lo tanto, había que tomarse muy en serio la educación de los niños y del pueblo en general. No es una casualidad que la pedagogía como ciencia tenga sus raíces en la Ilustración.

–Entonces el sistema escolar data de la Edad Media y la pedagogía de la Ilustración.

–Pues sí, así es. La obra más representativa de la ilustración es una gran enciclopedia. Me refiero a la Enciclopedia, que salió en 28 tomos entre 1751 y 1772, con aportaciones de todos los grandes filósofos de la Ilustración. «Aquí está todo», se decía, «desde cómo se hace una aguja hasta cómo se funde un cañón».
–El siguiente punto es «optimismo cultural».
–Podrías hacerme el favor de no mirar esa postal mientras estoy hablando.
–Perdona.
–En cuanto se difundieran la razón y los conocimientos, la humanidad haría grandes progresos, pensaron los filósofos de la Ilustración. Era simplemente cuestión de tiempo que la sinrazón y la ignorancia cedieran ante una humanidad «ilustrada». Esta idea ha sido predominante en Europa Occidental hasta hace un par de décadas. Hoy en día ya no estamos tan convencidos de que todo «desarrollo» sea para bien. Pero incluso esta crítica contra la «civilización» fue planteada por los filósofos ilustrados franceses.

–Quizás deberíamos haberlos escuchado.
–Algunos de ellos se convirtieron en defensores de «una vuelta a la naturaleza». Para los filósofos de la época, la naturaleza» significaba casi lo mismo que la «razón». Porque la razón humana proviene de la naturaleza, al contrario que la iglesia y la civilización. Señalaron que los «pueblos naturales» a menudo eran más sanos y más felices que los europeos, debido a que no estaban «civilizados». Rousseau fue quien lanzó la consigna:
«Tenemos que volver a la naturaleza». Porque la naturaleza es buena, y el hombre es bueno «por naturaleza». El mal está en la sociedad. Rousseau pensaba también que el niño debe vivir en su estado «natural» de inocencia mientras pueda. Podríamos decir que la idea de valorar la infancia en sí data de la Ilustración. Hasta entonces la infancia había sido considerada más bien como una preparación a la vida de adulto. Pero somos seres humanos, y vivimos nuestras vidas en la Tierra también mientras somos niños.

–Ya lo creo.
–Hubo que convertir la religión en algo natural.
–¿Qué querían decir con eso?–Había que colocar la religión en concordancia con la razón natural de los hombres. Muchos lucharon por lo que podemos llamar «concepto humanizado del cristianismo», lo cual constituye el punto seis de nuestra lista. Evidentemente había varios materialistas tan consecuentes que no creían en ningún Dios, y que por lo tanto tomaron una postura atea. Pero la mayoría de los filósofos de la Ilustración pensó que era irracional concebir un mundo sin Dios. Para eso el mundo estaba organizado demasiado racionalmente. El mismo punto de vista había sido adoptado por Newton, por ejemplo. Asimismo se consideraba razonable creer en la inmortalidad del alma. Como para Descartes, la cuestión de si el hombre tiene un alma inmortal se convirtió más en una cuestión de razón que de fe.

–Eso me resulta un poco extraño. Para mí es un típico ejemplo de aquello que uno sólo puede creer y no saber.

–Pero tú tampoco vives en el siglo XVIII. Según los filósofos de la ilustración había que eliminar del cristianismo todos aquellos dogmas irracionales que se habían añadido a la sencilla predicación de Jesús en el curso de 1a historia de la iglesia.

–Entonces lo comprendo.
–Muchos también defendieron algo que se llama deísmo.
–¡ Explícate!
–«Deísmo» viene de una idea que dice que Dios creó el mundo alguna vez hace muchísimo tiempo, pero que desde entonces no ha aparecido ante el mundo. De esta forma Dios queda reducido a un «ser superior» que sólo se da a conocer ante los hombres mediante la naturaleza y sus leyes, es decir; no se revela de ninguna manera «sobrenatural». Un tal «Dios filosófico» lo encontramos también en Aristóteles, para quien Dios era la «causa primera» o «primer motor» del universo.

–Entonces sólo nos queda un punto, y se refiere a «derechos humanos».
–Sí, que tal vez sea lo más importante. En general podemos decir que la filosofía de la Ilustración francesa tenía una orientación más práctica que la inglesa.

–¿Fueron consecuentes con su filosofía y actuaron de acuerdo con ella?
–Sí, los filósofos de la Ilustración francesa no se contentaron con tener puntos de vista teóricos sobre el lugar del hombre en la sociedad. Lucharon activamente a favor de lo que llamaron los «derechos naturales» de los ciudadanos. En primer lugar se trataba de la lucha contra la censura, y, consecuentemente, a favor de la libertad de imprenta. Había que garantizar el derecho del individuo a pensar libremente y a expresar sus ideas referentes a la religión, la moral y la ética. Además se luchó en contra de la esclavitud de los negros y a favor de un trato más humano a los delincuentes.

Creo que estoy de acuerdo con casi todo esto. El principio de la «inviolabilidad del individuo» fue finalmente incorporado a la «Declaración de los Derechos Humanos», que fue aprobada por la Asamblea Nacional Francesa en 1 789. Esta declaración de derechos humanos constituiría una importante base para nuestra propia Constitución de 1814.

–Pero todavía hay mucha gente que tiene que luchar por estos derechos.
–Sí, desgraciadamente. Pero los filósofos de la Ilustración querían afirmar ciertos derechos que todos los seres humanos tenemos simplemente en virtud de haber nacido seres humanos. Eso era lo que querían decir con «derechos naturales». Aún hoy en día se habla de un «derecho natural» que a menudo puede contrastar con las leyes de un determinado país. Todavía hay individuos, o grupos enteros de la población, que indican este «derecho natural» para rebelarse contra la falta de derecho, la falta de libertad y la represión.
–¿Y qué pasó con los derechos de la mujer?
–La revolución de 1789 confirmó una serie de derechos que serían válidos para todos los «ciudadanos». Pero «ciudadano» era más bien considerado el hombre. Y no obstante vemos precisamente en la revolución francesa los primeros ejemplos de la lucha de la mujer.
–Ya era hora.
–Ya en 1787 el filósofo ilustrado Condorcet publicó un escrito sobre los derechos de la mujer. Pensaba que las mujeres tenían los mismos «derechos naturales» que los hombres. Durante la revolución de 1789 las mujeres participaron activamente en la lucha contra la vieja sociedad feudal. Eran las mujeres, por ejemplo, las que iban al frente en las manifestaciones que al final obligaron al rey a marcharse del palacio de Versalles. En París se formaron grupos de mujeres. Aparte de la demanda de los mismos derechos políticos que los hombres, también pedían cambios en las leyes del matrimonio y en la condición social de la mujer.
–¿Obtuvieron esos derechos?
–No. Como tantas veces más tarde, la cuestión de los derechos de la mujer surgió en relación con una revolución. Pero en cuanto las cosas se tranquilizaron dentro de un nuevo orden, se volvió a instaurar la vieja sociedad machista.
–Típico.
–Una de las que más lucharon a favor de los derechos de la mujer durante la revolución francesa fue Olympe de Gouges. En 1791, es decir dos años después de la revolución, hizo pública una declaración sobre los derechos de la mujer. Ya que la declaración sobre los «derechos de los ciudadanos» no contenía ningún artículo sobre los «derechos naturales» de las mujeres, Olympe de Couges exigió para las mujeres los mismos derechos que regían para los hombres.

–¿Cómo le fue?
–Fue ejecutada en 1793. Y se prohibió toda clase de actividad política a la mujer.
–¡Qué asco!
–Hasta el siglo XIX, no se puso verdaderamente en marcha la lucha de la mujer, tanto en Francia como en el resto de Europa.
Paulatinamente la lucha iba dando fruto.
En Noruega, por ejemplo las mujeres no obtuvieron el sufragio universal hasta 1913. Y todavía existen muchos países en los que las mujeres tienen mucho por qué luchar.
–Pueden contar con mi apoyo.

Alberto se quedó sentado mirando al pequeño lago. Al fin dijo:
–Creo que esto era lo que tenía que decirte sobre la filosofía de la Ilustración.
–¿Por qué dices «creo»?
–No tengo la sensación de que vaya a salir nada más.
Mientras hablaba empezaron a suceder cosas junto al agua. En medio del lago, el agua comenzó a salir a chorros desde el fondo.

Pronto se levantó algo enorme y feo sobre la superficie.
¡Un monstruo marino! –exclamó Sofía.
La criatura oscura serpenteó varias veces por el agua. Luego volvió al fondo y el agua se volvió a quedar tan en calma como antes.
Alberto dijo simplemente:
–Entremos en la cabaña.
Se levantaron y entraron en la casita.
Sofía se puso delante de los cuadros de Berkeley y Bjerkely.
Señaló la pintura de Bjerkely y dijo:
–Creo que Hilde vive dentro de este cuadro. Entre los dos cuadros también había colgado un bordado en el que ponía
«LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATER-NIDAD».
Sofía se dirigió a Alberto:
–¿Lo has colgado tú aquí?
Él se limitó a decir que no con la cabeza, con un gesto desolador.
En ese momento Sofía descubrió un sobre en la repisa de la chimenea. «Para Hilde y Sofía», ponía en el sobre. Sofía entendió en seguida de quién era la carta, pero el que ya contara también con ella, constituía una novedad.

Abrió el sobre y leyó en voz alta: Queridas ambas. El profesor de filosofía de Sofía también debería haber subrayado la importancia que tuvo la filosofía francesa de la Ilustración para los ideales y principios sobre los que se basan las Naciones Unidas. Hace doscientos años el lema «Libertad, igualdad y fraternidad» contribuyó a unir a la burguesía francesa. Hoy estas mismas palabras deberían unir al mundo entero. La humanidad es una sola familia. Nuestros descendientes son nuestros propios hijos y nietos. ¿Qué clase de mundo van a heredar de nosotros?



Kant

... el cielo estrellado encima de mí y la ley moral dentro de mí...
Alrededor de medianoche Albert Knag llamó por teléfono a casa para felicitar a Hilde en su decimoquinto cumpleaños.
La madre cogió el teléfono,
–Es para ti, Hilde.
–Soy papá.
–Estás loco. Son casi las doce.
–Sólo quería felicitarte.
–Me has estado felicitando todo el día.
–... pero quería esperar para llamar a que hubiese acabado el día.
–¿Por qué?
–¿No has recibido el regalo?
–Ah, sí. ¡Muchísimas gracias!
–No me tortures. ¿Qué te ha parecido?
–Impresionante. Casi no he comido en todo el día.
–Tienes que comer.
–Sí, pero es tan emocionante,..
–¿Hasta dónde has llegado? Me lo tienes que decir, Hilde.
–Entraron en la Cabaña del Mayor porque tú empezaste a incordiarles con aquel monstruo marino.
–La Ilustración.
–Y Olympe de Gouges.
–Entonces no me he equivocado mucho después de todo.
–¿Cómo «equivocado»?
Creo que sólo queda ya una felicitación. Pero ésa, en cambio tiene música.
Leeré un poco en la cama antes de dormirme.
 –¿Entiendes algo?
–He aprendido más hoy que... que en toda mi vida. Es increíble que ni siquiera hayan pasado veinticuatro horas des-de que Sofía volvió del colegio y encontró el primer sobre.
–Pues sí. Es curioso lo poco que hace falta.
–Pero ella me da un poco de pena.
–¿Quién? ¿Mamá?
–No, Sofía claro.
–Ah...
–Está completamente desconcertada, la pobrecita.
–Pero ella sólo es... quiero decir...
–Quieres decir que simplemente es alguien inventado por tú.
–Algo así, sí.
–Yo creo que Sofía y Alberto existen.
–Hablaremos más cuando llegue a casa
–Vale.
–Que tengas un buen día.
–¿Qué has dicho?
–Quiero decir, buenas noches.
–Buenas noches.
Cuando Hilde se acostó media hora más tarde, aún había tanta luz fuera que podía ver el jardín y la bahía. En esta época del año, apenas se hacía de noche.
Se imaginó que estaba dentro de un cuadro colgado en una pared de una pequeña cabaña del bosque. ¿Era posible asomarse desde ese cuadro y mirar lo que había fuera?
Antes de dormirse siguió leyendo en la carpeta grande de anillas.

Sofía volvió a dejar la carta del padre de Hilde sobre la repisa de la chimenea.
–Lo de las Naciones Unidas puede ser muy importante –dijo
Alberto–, pero no me gusta que se meta en mis explicaciones.
–No te lo tomes muy a pecho.
–A partir de ahora ignoraré pequeños fenómenos como monstruos marinos y cosas así. Vamos a sentarnos aquí delante de la ventana. Te hablaré de Kant.

Sofía descubrió un par de gafas sobre una pequeña mesa entre dos sillones. También se dio cuenta de que las dos lentes eran rojas. ¿Eran una especie de gafas de sol?
–Son casi las dos-dijo–. Tengo que estar en casa antes de las cinco. Mamá seguramente tiene planes para el cumpleaños.
–Entonces tenemos tres horas.
–Empieza.
–Immanuel Kant nació en 1724 en la ciudad de Kö-nigsberg, al este de Prusia. Era hijo de un guarnicionero. Vivió casi toda su vida en su ciudad natal, donde murió a los 80 años. Venía de un hogar severamente cristiano. Muy importante para toda su filosofía fue también su propia religiosidad. Para él, como para Berkeley, era importante salvar la base de la fe cristiana.

–De Berkeley ya he oído bastante, gracias.
–De todos los filósofos de los que hemos hablado hasta ahora, Kant fue el primero que trabajó en una universidad en calidad de profesor de filosofía. Es lo que se suele llamar un «filósofo profesional».
–¿Filósofo profesional?
–La palabra «filósofo» se emplea hoy en día con dos significados algo distintos. Por «filósofo» se entiende ante todo una persona que intenta buscar sus propias respuestas a las preguntas filosóficas. Pero un «filósofo» también puede ser un experto en filosofía, sin que él o ella hayan elaborado necesariamente una filosofía propia.
¿Y Kant fue un filósofo profesional?
Era ambas cosas. Si solamente hubiera sido un buen profesor, es decir, un experto en los pensamientos de otros filósofos no habría llegado a ocupar un lugar en la historia de la filosofía.
Pero también es importante tener en cuenta que Kant tenía profundos conocimientos de la tradición filosófica anterior a él.
Conocía a racionalistas como Descartes y Spinoza, y a empiristas como Locke, Berkeley y Hume.
–Te dije que no me volvieras a mencionar a Berkeley.
–Recordemos que los racionalistas pensaban que la base de todo conocimiento humano está en la conciencia del hombre. Y recordemos también que según los empiristas todo el conocimiento del mundo viene de las percepciones. Además, Hume señaló que existen unos límites muy claros para las conclusiones que podemos sacar de nues-tras sensaciones.

–¿Con quién de ellos estaba de acuerdo Kant?
Opinaba que ambos tenían algo de razón, pero también opinaba que los dos se equivocaban en algo. Lo que les ocupaba a todos era: ¿qué podemos saber del mundo? Esta pregunta filosófica era común en todos los filósofos posteriores a Descartes. Se mencionaron dos posibilidades: ¿el mundo es exactamente como
lo percibimos? ¿O es como se presenta a nuestra razón?
–¿Y qué opinaba Kant?
–Kant opinaba que tanto la percepción como la razón juegan un importante papel cuando percibimos el mundo. Pero pensaba que los racionalistas exageraban en lo que puede aportar la razón, y pensaba que los empiristas habían hecho demasiado hincapié en
la percepción.
–Si no me pones pronto un buen ejemplo, todo queda en simple palabrería.
–En principio Kant está de acuerdo con Hume y empiristas en que todos nuestros conocimientos sobre el mundo provienen de las percepciones. Pero, y en este punto les da la mano a los racionalistas, también hay en nuestra razón importantes condiciones de cómo captamos el mundo a nuestro alrededor.
Hay ciertas condiciones en la mente del ser humano que contribuyen a determinar nuestro concepto del mundo.
–¿Eso ha sido un ejemplo?
–Hagamos mejor un pequeño ejercicio. Coge esas gafas que están en la mesa. Muy bien. ¡Y ahora póntelas!
Sofía se puso las gafas. Todo se coloreó de rojo a su alrededor.
Los colores claros se volvieron color rosa, y los colores oscuros se volvieron rojo oscuro.
–¿Qué ves?
–Veo exactamente lo mismo que antes, sólo que todo está rojo.
–Eso es porque las lentes ponen un claro límite a cómo puedes percibir la realidad. Todo lo que ves proviene del mundo de fuera de ti, pero el cómo lo ves también está relacionado con las lentes, ya que no puedes decir que el mundo sea rojo aunque tú lo percibas así.
–Claro que no...
–Si ahora te dieras un paseo por el bosque, o si te fueras a casa, verías todo de la misma manera que lo has visto siempre. Sólo que todo lo que verías estaría rojo.
–Mientras no me quite las gafas.
–Así, Sofía, exactamente así, opinaba Kant que hay determinadas disposiciones en nuestra razón, y que estas disposiciones marcan todas nuestras percepciones.
–¿De qué clase de disposiciones se trata?
Todo lo que vemos lo percibiremos ante todo como un fenómeno en el tiempo y en el espacio. Kant llamaba al Tiempo y al Espacio «las dos formas» de sensibilidad» del hombre. Y subraya que estas dos formas de nuestra conciencia son anteriores a cualquier experiencia. Esto significa que antes de experimentar algo, sabemos que sea lo que sea, lo captaremos como un fenómeno en el tiempo y en el espacio. Porque no somos capaces de quitarnos las «lentes» de la razón.
¿Quería decir con eso que intuir las cosas en el tiempo y en el espacio es una cualidad innata?
–De alguna manera sí. Lo que vemos depende además de si nos criamos en Groenlandia o en la India. Pero en todas partes experimentamos el mundo como procesos en el tiempo y en el espacio. Es algo que podemos decir de antemano.

–¿Pero no son el tiempo y el espacio algo que está fuera de nosotros?
–No, la idea de Kant es que el tiempo y el espacio pertenecen a la constitución humana. El tiempo y el espacio son ante todo cualidades de nuestra razón y no cualidades del mundo.
–Ésta es una nueva manera de verlo.
–Quiere decir que la conciencia del ser humano no es una «pizarra» pasiva que sólo recibe las sensaciones desde fuera. Es un ente que moldea activamente. La propia conciencia contribuye a formar nuestro concepto del mundo. Tal vez puedas compararlo con lo que ocurre cuando echas agua en una jarra de cristal. El agua se adapta a la forma de la jarra. De la misma manera se adaptan las sensaciones a nuestras «formas de sensibilidad».
–Creo que entiendo lo que dices.
–Kant decía que no sólo es la conciencia la que se adapta a las cosas. Las cosas también se adaptan a la conciencia. Kant lo llamaba el «giro copernicano» en la cuestión sobre el conocimiento humano. Con eso quería decir que la idea era tan nueva y tan radical mente diferente a las ideas antiguas como cuando Copérnico había señalado que es la Tierra la que gira alrededor del sol, y no al revés.
–Ahora entiendo lo que quería decir cuando decía que tanto los racionalistas como los empiristas tenían algo de razón. En cierta manera los racionalistas se habían olvi-dado de la importancia de la experiencia, y los empiristas habían cerrado los ojos a cómo nuestra propia razón marca nuestra percepción del mundo.
–Y la propia ley de causa-efecto, que en opinión de Hume no podía ser percibida por el ser humano, forma parte, según Kant, de la razón humana.
–¡Explica!
–Te acordarás de que Hume había afirmado que sólo es nuestro hábito el que hace que percibamos una conexión necesaria de causas detrás de todos los procesos de la naturaleza. Según Hume no podíamos percibir que la bola negra de biliar era la causa de que la bola blanca se pusiera en movimiento, Por lo tanto tampoco podemos afirmar que la bola negra siempre pondrá a la bola blanca en marcha.
–Me acuerdo.
–Pero justamente eso, que según Hume no se puede probar, Kant lo incluye como una cualidad de la razón humana. La ley causal rige siempre y de manera absoluta simplemente porque la razón del hombre capta todo lo que sucede como una relación causa efecto,
–Yo prefiero creer que la ley causal está en la misma naturaleza y no en los seres humanos.
–La idea de Kant es que al menos está en nosotros.
Está de acuerdo con Hume en que no podemos saber nada seguro sobre cómo es el mundo «en sí». Sólo podemos saber cómo es «para mí», es decir para todos los seres huma-nos. Esta separación que hace Kant entre «das Ding an sich» y «das Ding für mich» («la cosa en si» y «la cosa para mí», constituye su aportación más importante a la filosofía.
–No soy muy buena en alemán.
–Kant hizo una clara separación entre la «cosa en sí» y la «cosa para mi». Nunca podremos saber del todo cómo son las cosas «en sí». Sólo podemos saber cómo las cosas aparecen ante nosotros. En cambio antes de cada experiencia podemos decir algo sobre cómo las cosas son percibidas por la razón de los hombres.
–¿Podemos?
–Antes de salir por la mañana no puedes saber nada de lo que vas a ver o percibir durante el día. Pero puedes saber que aquello que veas y experimentes lo percibirás como un suceso en el tiempo y en el espacio. Además puedes estar segura de que la ley causal rige simplemente por-que la llevas encima, como una parte de tu conciencia.
–¿Pero podríamos haber sido creados distintos?
–Sí, podríamos haber tenido otros sentidos, y otro sentido del tiempo y otra percepción del espacio. Además podríamos haber sido creados de manera que no hubiéramos buscado las causas de los sucesos de nuestro entorno.
–¿Tienes algún ejemplo?
–Imagínate un gato tumbado en el suelo. Imagínate que una pelota entra en la habitación. ¿Qué haría el gato en ese caso?
–Lo he visto muchas veces. El gato correría detrás de la pelota.
–De acuerdo. Imagínate luego que eres tú la que estás sentada en una habitación y que de pronto entra una pe-lota rodando. ¿Tú también te irías corriendo detrás de 1a pelota?
–Antes de hacer algo giraría la cabeza para ver de dónde viene la pelota.
–Sí, porque eres una persona, y buscarás indefectiblemente la causa de cualquier suceso. La ley causal forma parte, pues, de tu propia constitución.
–¿Eso es verdad?
–Hume había señalado que no podemos percibir ni probar las leyes de la naturaleza. Esto le inquietaba a Kant, pero pensaba que sería capaz de señalar la absoluta validez de las leyes de la naturaleza mostrando que en realidad estamos hablando de las leyes para el conocimiento humano.
–¿Un niño pequeño daría la vuelta para averiguar quién ha tirado la pelota?
–Tal vez no. Pero Kant señala que la razón en un niño no se desarrolla totalmente hasta que no tiene mate-rial de los sentidos con el que trabajar. En realidad no tiene ningún sentido hablar de una razón vacía.
–No, sería una extraña razón.
–Entonces podemos hacer una especie de resumen. Según Kant hay dos cosas que contribuyen a cómo las personas perciben el mundo. Una son las condiciones exteriores, de las cuales no podemos saber nada hasta que las percibimos. A esto lo podemos llamar el material del conocimiento. La segunda son las condiciones internas del mismo ser humano, por ejemplo, el que todo lo percibimos como sucesos en el tiempo y en el espacio y además como procesos que siguen una ley causal inquebrantable. Esto lo podríamos llamar la forma del conocimiento.
Alberto y Sofía se quedaron sentados mirando un instante por la ventana. De pronto Sofía vio a una niña que apareció entre los árboles al otro lado del lago.
–¡Mira! –dijo Sofía–. ¿Quién es?
No lo sé.
Apareció solamente durante unos instantes, luego desapareció.
Sofía se dio cuenta de que llevaba algo rojo en la cabeza.
–De todas formas no debemos dejarnos distraer por cosas así.
–Continúa entonces.
–Kant también señaló que está claramente delimi-tado lo que el hombre puede conocer mediante la razón. Podríamos decir quizás que las «lentes» de la razón ponen algunos de esos límites.
–¿Cómo?
–¿Recuerdas que los filósofos anteriores a Kant discutieron las «grandes» cuestiones filosóficas, por ejemplo si el hombre tiene un alma inmortal, si hay un dios, si la naturaleza está formada por partículas pequeñas indivisibles o si el universo es finito o infinito?
–Sí.
–Kant pensaba que el ser humano no puede obtener conocimientos seguros sobre tales cuestiones, lo cual no
Significa que rechace ese tipo de planteamientos. Al contrario. Si hubiera rechazado esas cuestiones sin más, no podríamos considerarlo un auténtico filósofo.
–¿Entonces qué hizo?
–Tienes que tener un poco de paciencia. Cuando se refiere a las grandes cuestiones filosóficas, Kant opina que la razón opera fuera de los límites del conocimiento humano. Al mismo tiempo es inherente a la naturaleza del hombre, o a su razón, una necesidad fundamental de plantear precisamente cuestiones de este tipo. Pero cuando preguntamos, por ejemplo, si el universo es finito o infinito, planteamos una pregunta sobre una unidad de la que nosotros mismos formamos una pequeña parte. Por lo tanto jamás podremos conocer plenamente esa unidad.
–¿Por qué no?
–Cuando te pusiste las gafas rojas demostramos que según Kant hay dos elementos que contribuyen a conocimiento del mundo.
–La percepción y la razón.
Sí, el material de nuestros sentidos nos viene a través de los sentidos, pero el material también se adapta a las cualidades de la razón. Forma parte, por ejemplo, de las cualidades de la razón el preguntar por la causa de un suceso.
–Como por ejemplo el por qué una pelota rueda por el suelo.
–Si quieres. Pero cuando nos preguntamos de dónde procede el mundo y discutimos las posibles respuestas, entonces la razón está en cierta manera vacía, porque no tiene ningún material de los sentidos que «tratar», no tiene ninguna experiencia en la que –Tan razonable como irrazonable sería afirmar cual-quiera de las dos cosas.
–Y finalmente, también fracasaremos si mediante la razón intentamos probar la existencia de Dios. Sobre este tema, los racionalistas, por ejemplo Descartes, habían in-tentado demostrar que tiene que haber un dios simplemente porque tenemos una idea de un «ser perfecto». Otros, por ejemplo Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, dedujeron que tiene que haber un dios porque todas las cosas tienen que tener una causa inicial.
–¿Y qué opina Kant?
–Rechaza las dos pruebas de la existencia de Dios. Ni la razón ni la experiencia poseen ningún fundamento seguro para poder afirmar que existe un dios. Para la razón es tan probable como improbable que haya un dios.
–Pero empezaste diciendo que Kant quiso salvar los fundamentos de la fe cristiana.
–Sí, efectivamente abre la posibilidad de una dimensión religiosa. Donde fracasan la experiencia y la razón surge un vacío que puede llenarse dele religiosa.
–¿Y de esa manera salvó el cristianismo?
–Puedes expresarlo así, si quieres. Hay que tener en cuenta que Kant era protestante. Desde la Reforma un rasgo característico del cristianismo protestante es que se ha basado en la fe. Desde la Edad Media la Iglesia católica ha tenido más confianza en que la razón pueda servir de apoyo a la fe.
–Entiendo.
Pero Kant no se contentó con afirmar que estas cues-tiones últimas tienen que dejarse en manos de la fe del hombre, sino que también era prácticamente necesario para la moral de los hombres suponer que tienen un alma inmortal, que hay un dios, y que el hombre tiene libre albedrío.
Entonces hace casi como Descartes. Primero es-tuvo muy crítico, según estamos viendo. Luego se mete por la puerta de atrás a Dios y a algo más.
–Pero al contrario que Descartes, Kant no deja de señalar clarísimamente que no es la razón la que ha llevado a este punto de vista, sino la fe. A esta fe en un alma inmortal, en la existencia de un dios y en el libre albedrío la denomina postulados prácticos.
–¿Y qué significa eso?
–«Postular» significa afirmar algo que no se puede probar. Con «postulado práctico», Kant se refiere a algo que hay que afirmar para la «práctica» del hombre, es decir para la moral del hombre.
«Es moralmente necesario suponer la existencia de Dios», decía.
De pronto alguien llamó a la puerta. Sofía se levantó, pero al ver que Alberto no hacía ningún ademán de levantarse, ella dijo:
–¿Tendremos que abrir, no?
Alberto se encogió de hombros, pero finalmente se levantó él también. Abrieron la puerta y vieron fuera una niña que llevaba un vestido blanco de verano y una capucha roja en la cabeza. Era la misma niña que habían visto al otro lado del pequeño lago.
Llevaba una cesta con comida colgada del brazo.
–Hola –dijo Sofía–. ¿Quién eres tú?
–¿No ves que soy Caperucita Roja?
Sofía miró a Alberto, y Alberto asintió.
–¿Has oído lo que acaba de decir?
–Estoy buscando la casa de mi abuela –dijo la niña- Está vieja y enferma y le traigo comida.
–No es aquí –dijo Alberto–. Así que debes darte prisa y seguir tu camino.
Lo dijo haciendo un gesto con la mano que a Sofía le recordó al gesto que se hace para ahuyentar a una mosca molesta.
Pero tengo que entregar una carta –continuó la niña de la capucha roja.
Sacó un pequeño sobre que dio a Sofía. A continuación, prosiguió su camino.
–¡Cuídate del lobo! –gritó Sofía.
Alberto estaba ya entrando en la salita de nuevo. Sofía le siguió y se sentó en el mismo sillón de antes.
–Fíjate, era Caperucita Roja –dijo Sofía.
–Y no sirve de nada avisarla. Ahora irá a casa de su abuela, y allí la comerá el lobo. No aprenderá nunca, todo esto se repetirá eternamente.
Pero nunca he oído decir que llamara a otra puerta antes de llegar a casa de su abuela.
Un detalle insignificante, Sofía.
Entonces Sofía se fijó en el sobre que la niña le había dado. Fuera ponía «Para Hilde». Abrió el sobre y leyó en voz alta:
Querida Hilde. Si el cerebro del ser humano fuera tan sencillo que lo pudiéramos entender, entonces seríamos tan estúpidos que tampoco lo entenderíamos.
Abrazos, papá.
Alberto asintió.
–Es verdad. Y creo que Kant podría haber dicho algo parecido. No podemos esperar entender lo que somos.
Quizás podamos llegar a entender plenamente una flor o un insecto pero jamás podremos entendernos del todo a nosotros mismos. Y aún menos debemos esperar que vayamos a entender todo el universo.
Solía volvió a leer la extraña frase una y otra vez, pe-ro Alberto continuo.
–Habíamos dicho que no nos dejaríamos estorbar por monstruos marinos y cosas por el estilo. Antes de aca-bar hoy quiero explicarte la ética de Kant.
–Date prisa, porque tengo que irme a casa pronto.
–El escepticismo de Hume sobre lo que nos pueden decir la razón y los sentidos obligó a Kant a reflexionar de nuevo sobre algunas de las cuestiones vitales, entre ellas las del campo de la moral.
–Hume dijo que no se puede probar lo que es bueno y lo que es malo, porque del «es» no podemos deducir el «debe ser».
Según Hume no eran ni nuestra razón ni nuestros sentidos los que decidían la diferencia entre el bien y el mal. Eran simplemente los sentimientos. Este fundamento le pareció poco sólido a Kant.
–Lo comprendo muy bien.
–Kant partía ya del punto de vista de que la diferencia entre el bien y el mal es algo verdaderamente real. En eso estaba de acuerdo con los racionalistas, quienes habían señalado que es inherente a la razón del hombre el saber distinguir entre el bien y el mal. Todos los seres humanos sabemos lo que está bien y lo que está mal, y lo sabemos no sólo porque lo hemos aprendido, sino porque es inherente a nuestra mente. Según Kant todos los seres humanos tenemos una «razón práctica», es decir una capacidad de razonar que en cada momento nos dirá lo que es bueno y lo que es malo moralmente.
–¿Entonces es algo innato?
–La capacidad de distinguir entre el bien y el mal es tan innata como las demás cualidades de la razón. De la misma manera que todos los seres humanos tienen las mismas formas de razón, por ejemplo el que percibamos todo como algo determinado causalmente todos tenemos también acceso a la misma ley moral universal. Esta ley moral tiene la misma validez absoluta que las leyes físicas de la naturaleza. Tan fundamental es para nuestra vida moral que todo tenga una causa como para nuestra vida racional que 7+5=12.
–¿Y qué dice esa ley moral?
–Dado que es anterior a cualquier experiencia, es «formal», es decir, no está relacionada con eterminadas situaciones de elección moral. Es válida para todas las personas en todas las sociedades y en cualquier época. No te dice, por tanto, que no debes hacer esto o aquello si te encuentras en esta o aquella situación. Te dice cómo debes actuar en todas las situaciones.
–¿Pero de qué nos sirve tener dentro una «ley moral» si no nos dice nada sobre cómo debemos actuar en situaciones determinadas?
–Kant formuló la ley moral como un imperativo categórico, con lo cual quiso decir que la ley moral es «categórica», es decir, válida en todas las situaciones. Además es un «imperativo», es decir, es «preceptiva» o, en otras palabras, completamente ineludible.
–Vale...
–No obstante, Kant formula este «imperativo categórico» de varias maneras. En primer lugar dice que «siempre debes actuar de modo que al mismo tiempo desees que la regla según la cual actúas pueda convertirse en una ley general».
–Quiere decir que cuando yo hago algo tengo que asegurarme de que desearía que todos los demás hicie-ran lo mismo si se encontrasen en la misma situación. ¿Es eso?
Exactamente. Sólo así actúas de acuerdo con la ley oral que tienes dentro. Kant también formuló el imperativo categórico diciendo que «siempre debes tratar a las personas como si fueran una finalidad en sí y no sólo un medio para otra cosa».
–¿No debemos «utilizar» a otras personas con el fin de conseguir ventajas para nosotros mismos?
–Eso es. Pues toda persona es una finalidad en sí. Pero no sólo se refiere a los demás, también es válido para uno mismo. Tampoco tienes derecho a usarte a ti mismo como un mero medio para conseguir algo.
–Esto recuerda un poco la «regla de oro» que dice que debes hacer a los demás lo que quieres que los demás te hagan a ti.
–Sí, y es una norma formal que en el fondo abarca a todas las situaciones de elección ética. También puedes decir que la «regla de oro» expresa lo que Kant llama «ley moral».
–Pero todo son simplemente afirmaciones. Hume te-nía razón en decir que no podemos probar con la razón lo que es bueno y lo que es malo.
–Según Kant, la ley moral es tan absoluta y de validez tan general como por ejemplo la ley de causalidad, que tampoco puede ser probada mediante la razón, y que sin embargo es totalmente ineludible. Nadie desea refutarla.
–Tengo la sensación de que en realidad estamos ha-blando de la conciencia. Porque todo el mundo tendrá una conciencia, ¿no?
–Sí. Cuando Kant describe la ley moral, es la con-ciencia del hombre lo que describe. No podemos probar lo que dice la conciencia, pero de todos modos lo sabemos.
–Algunas veces a lo mejor sólo soy buena con los demás porque me merece la pena. Puede ser una manera de hacerse popular, por ejemplo.
–Pero si compartes algo con los demás sólo con el fin de hacerte popular, entonces no actúas por respeto a la ley moral. A lo mejor actúas de acuerdo con ella, y eso está bien, pero para que algo pueda llamarse «acto moral», tiene que ser el resultado de una superación personal. Si haces algo sólo porque piensas que es tu obligación cumplir la ley moral, se puede hablar de un acto moral. Por eso la ética de Kant se suele denominar ética de obligación.

Yo puedo sentir que es mi obligación recoger di-nero para Cáritas y Manos Unidas.
–Sí, y lo decisivo es que lo harías porque opinas que es lo correcto. Aunque el dinero recogido desapareciera en el camino, o no llegara a alimentar a aquellos a los que es-taba destinado, habrías cumplido con la ley moral. Habrías actuado con una actitud correcta, y según Kant es la actitud lo que es decisivo para poder determinar si se trata o no de un acto moral. No son las consecuencias del acto las que son decisivas. Por ello también llamamos a la ética de Kant ética de intención.
–¿Por qué era tan importante para él saber si actuabas respetando la ley moral? ¿Lo más importante no es que lo que hagamos sirva a los demás?
–Pues sí, Kant no estaría en desacuerdo con eso. Pero sólo cuando sabemos que actuamos respetando la ley moral actuamos en libertad.
–¿Sólo cumpliendo una ley actuamos en libertad? ¿No suena eso un poco extraño?
–Según Kant no lo es. Recordarás que tuvo que «postular» que el hombre tiene libre albedrío. Este es un punto importante, porque Kant también pensaba que todo sigue la ley causal. ¿Entonces cómo podemos tener libre albedrío?
–A mí no me lo preguntes.
–Kant divide al hombre en dos, y lo hace de una manera que recuerda a Descartes y al hombre como «ser doble» porque tiene a la vez un cuerpo y una razón. Como seres con sentidos estamos totalmente expuestos a las in-quebrantables leyes causales, pensaba Kant. Nosotros no decidimos lo que percibimos, las percepciones nos llegan necesariamente y nos caracterizan, lo queramos o no. Pero los seres humanos no somos únicamente seres con senti-dos, sino que también somos seres con razón.
–Explícate
–Como seres que percibimos pertenecemos plena-mente a la naturaleza. Por lo tanto también estamos sometidos a la ley causal. Y en ese sentido no tenemos libre albedrío. Pero como seres de la razón formamos parte de lo que Kant llama «das Ding an sich», es decir del mundo tal como es en sí, independientemente de nuestras percepciones. Únicamente cuando cumplimos nuestra «razón práctica», que hace que podamos realizar elecciones morales, tenemos libre albedrío.
Porque cuando nos doblegamos ante la ley moral somos nosotros mismos los que creamos la ley por la que nos guiamos.
–Sí, eso es de alguna manera verdad. Soy yo, o algo dentro de mí, la que dice que no debo comportarme mal con los demás.
–Cuando eliges no comportarte mal, aun cuando puedas perjudicar tus propios intereses, entonces actúas en libertad.
–Lo que está claro es que no se es libre ni independiente cuando uno simplemente se deja guiar por sus deseos
–Se puede uno volver «esclavo» de muchas cosas. Incluso de su propio egoísmo. Pues se requiere independencia y libertad para elevarse por encima de los deseos de uno.
–¿Y los animales, qué? Ellos sí siguen sus deseos y sus necesidades. ¿No tienen ninguna libertad para cumplir una ley moral?
–No. Precisamente esa libertad es la que nos con-vierte en seres humanos.
–Pues sí, ahora lo entiendo.
–Finalmente podemos mencionar que Kant logró sacar a la filosofía del embrollo en que se había metido en cuanto a la disputa entre racionalistas y empiristas. Con Kant muere por tanto una época de la historia de la filosofía. Él murió en 1804, justo cuando comienza a florecer la época llamada Romanticismo. En su tumba en Königsberg se puede leer una de sus más famosas citas. Hay dos cosas que llenan su mente cada vez de más admiración y respeto, pone, y es «el cielo estrellado encima de mí y la ley moral dentro de mí». Y continúa: «Son para mí pruebas de que hay un Dios por encima de mí y un Dios dentro de mi».
Alberto se echó hacia atrás en el sillón.
–Ya está –dijo–. Creo que hemos dicho lo más importante sobre Kant.
–Además son las cuatro y cuarto.
–Pero hay algo más, espera un momento, por favor.
–Nunca me voy de la clase hasta que el profesor ha dicho que ha acabado.
–¿Dije que Kant piensa que no tenemos ninguna libertad si sólo vivimos como seres perceptivos?
–Sí, dijiste algo por el estilo.
–Pero si nos dejamos guiar por la razón universal, entonces seremos libres e independientes. ¿También dije eso?
–Sí. ¿Por qué lo repites ahora?
Alberto se inclinó hacia Sofía mirándola a los ojos y susurró:
–No te dejes impresionar por todo lo que veas, Sofía.
–¿Qué quieres decir con eso?
–Date la vuelta, hija mía.
–No te entiendo.
–Es corriente decir «Si no lo veo, no lo creo». Pero ni aun entonces deberás creerlo.
–Algo así me dijiste antes.
–Referente a Parménides, sí.
-–Pero sigo sin entender lo que quieres decir.
–¡Vaya! Pues que estábamos sentados allí fuera en la escalera charlando. Y entonces un «monstruo marino» comenzó a moverse en el agua.
–¿Y eso no era extraño?
–En absoluto. Luego llega Caperucita Roja y llama a la puerta.
«Estoy buscando la casa de mi abuelita.” Es una vergüenza, Sofía.
No es más que el teatro puesto en escena por el mayor. Igual que los comunicados dentro de pláta-nos y tormentas imprudentes.
–Crees...
–Pero te dije que tengo un plan. Mientras sigamos nuestra propia razón él no logrará engañarnos. Entonces somos libres de algún modo. Porque, aunque él nos pueda hacer “percibir» muchas cosas, nada me va a sorprender. Si llega a oscurecer el cielo con elefantes voladores apenas haré un gesto con la boca. Pero siete más cinco son doce. Ése es un conocimiento que sobrevive a cualquier efecto de dibujos animados. La filosofía es lo contrario del cuento.
Sofía se quedó un instante mirándole asombrada.
–Ya te puedes marchar –dijo Alberto finalmente- Te convocaré a una nueva reunión sobre el Romanticismo. Vamos a hablar sobre Hegel y Kierkegaard. Pero sólo falta una semana para que el mayor aterrice en el aeropuerto de Kjevik. Antes de esa fecha tendremos que librarnos de su pegajosa imaginación. No digo nada más, Sofía. Pero de-bes saber que estoy trabajando en un maravilloso plan para los dos.
–Entonces me voy.
–Espera. Tal vez nos hemos olvidado de lo más importante.
–¿De qué?
–La canción de cumpleaños, Sofía. Hoy Hilde cumple quince años.
–Y yo también.
–Tú también, sí. Cantemos.
Se levantaron los dos y cantaron:
–¡Cumpleaños feliz! ¡Cumpleaños feliz! ¡Te desea-mos todos, cumpleaños feliz!
Eran las cuatro y media. Sofía bajó corriendo al lago y cruzó remando hasta la otra orilla. Arrastró la barca hasta los juncos y comenzó a correr a través del bosque.
Ya en el sendero vio de repente moverse algo entre los troncos de los árboles. Se acordó de Caperucita Roja, que había ido sola por el bosque para visitar a su abuela, pero la figura que vio entre los árboles era mucho más pequeña.
Sofía se acercó. La figura no era más grande que una muñeca, era de color marrón, y llevaba un jersey rojo.
Sofía se quedó parada cuando se dio cuenta de que era un osito de peluche.
El que alguien se hubiera dejado un osito de peluche en el bosque no era en sí nada misterioso. Pero este osito estaba vivo, al menos estaba haciendo alguna cosa.
¿Hola? –dijo Sofía.
El pequeño osito se giró bruscamente.
–Yo me llamo Winnie Pooh. Desgraciadamente me he perdido en este bosque en este día que, de otra manera, habría sido un día estupendo. A ti nunca te había visto antes.
–Quizás es que nunca he estado aquí antes dijo Sofía–. En ese caso puede que tú estés en tu Bosque de los Cien Metros.
–No, ese problema de matemáticas es demasiado difícil para mí.
Recuerda que sólo soy un oso con poca razón.
–He oído hablar de ti.
–Serás tú a la que llaman Alicia. Christopher Robin me habló de ti. Bebiste tanto de una botella que te hiciste más y más pequeña.
Pero luego bebiste de otra botella y entonces volviste a crecer.
Hay que tener cuidado con lo que uno se mete en la boca. Yo una vez comí tanto que me quedé atascado en una madriguera de conejos.
–Yo no soy Alicia.
–No importa nada quiénes somos. Lo que importa es qué somos.
Lo dice el Búho, y él tiene mucha razón. Siete más cuatro son doce, dijo una vez en un día de sol completamente normal. Mis amigos y yo nos sentimos muy avergonzados porque los números son muy difíciles de utilizar. Es mucho más fácil calcular el tiempo.
–Yo me llamo Sofía.
–Me alegro, Sofía. Supongo que debes de ser nueva en este bosque. Pero ahora me tengo que ir a buscar al Cerdito porque vamos a una fiesta en el jardín de la casa de otro amigo.
Le dijo adiós con una pata y Sofía descubrió que llevaba una notita en la otra.
–¿Qué tienes ahí? –preguntó ella.
Winnie Pooh levantó la notita y dijo:
–Por culpa de esto me perdí.
–Pero si sólo es un papelito.
–No, no es en absoluto «sólo un papelito». Es una carta para la
Hilde del Espejo.
–Ah bueno, entonces la puedo coger yo.
–¿Pero tú no eres la chica del espejo, no?
–No, pero...
–Una carta siempre debe entregarse a la persona en cuestión.
Ayer mismo me lo tuvo que explicar Christopher Robin.
–Pero yo conozco a Hilde.
–No importa. Aunque conozcas muy bien a una persona no debes leer sus cartas.
–Quiero decir que se la puedo dar a Hilde.
–Ah, eso es otra cosa. Toma, Sofía. Si me libro de la carta, encontraré la casa del Cerdito. Para que tú encuentres a Hilde, primero tendrás que encontrar un gran espejo. Pero eso no te resultará fácil por aquí.
Y el osito le dio a Sofía el papelito que llevaba en la mano. A continuación comenzó a correr bosque adentro con sus patitas.
Cuando hubo desaparecido, Sofía desdobló la nota y leyó su contenido:
Querida Hilde. Me parece vergonzoso que Alberto no contara a Sofía que Kant abogó por la creación de una «federación de los pueblos». En su escrito La paz perpetua escribió que todos los países deberían unirse en una «federación de los pueblos» que se ocuparía de conseguir una pacífica coexistencia entre las distintas naciones. Aproximadamente 125 años después de la publicación de este escrito en 1795, se creó la llamada «Sociedad de Naciones» tras la Primera Guerra Mundial. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la Sociedad de Naciones fue sustituida por las Naciones Unidas. Se podría decir que Kant es una especie de padrino de la idea de la ONU. Kant pensaba que la «razón práctica» de los hombres impone a los Estados que se salgan de ese «estado natural» que causa tantas guerras, y que creen un nuevo sistema de derecho internacional que las impida. Aunque el camino hasta la creación de una sociedad sea largo, es nuestra obligación trabajar a favor de un «generalizado y duradero seguro de paz». Para Kant la creación de una sociedad tal era una meta muy lejana, casi podríamos decir que era la máxima meta de la filosofía. Yo, por mi parte me encuentro en la actualidad en el Líbano.
Abrazos, papá.
Sofía se metió la notita en el bolsillo y continuó hacia casa.
Contra estos encuentros en el bosque le había advertido Alberto.
Pero ella tampoco podía dejar que el osito errara eternamente por el bosque buscando a la Hilde del espejo.


[1] Fragmento del texto El Mundo de Sofía. Tomado de: http://www.institutodorrego.edu.ar/sofia.pdf. Los conceptos filosóficos  y filósofos, los puedes consultar en el mismo texto. 


DOCUMENTO No. 1


LA FILOSOFÍA ES LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD, PRÁCTICA DE LA LIBERTAD Y EJERCICIO DE LA RAZÓN


Francisco Cortés Rodas – Director del Instituto de Filosofía U de A. Alma MATER No. 613 -. Medellín septiembre de 2013

El asunto de la contienda entre las facultades universitarias es una cuestión antigua. Kant, uno de los más importantes filósofos de la era mo­derna, lo vivió como miembro de la Facultad de Filosofía, cuando intentó publicar unos escritos sobre religión. El obstáculo oscurantista de una negativa por parte de una censura gobernativa que además, soto alegó que el escrito caía en­teramente en el campo de la Teología bíblica, provocó en Kant una estrategia de respuesta en favor de su libertad como académico. Buscó, en primer lugar, defender el foro universitario fren­te al gubernativo; en segundo lugar, dentro del universitario, que fuera considerada la Filosofía y no sólo la Teología. El texto de Kant La contienda entre (as facultades de filosofía y teología, puede decirse, es una apología de la filosofía. La filosofía, entendida como ejercicio de la razón, que no se atiene a intereses sino busca la verdad, que por tanto genera y exige libertad. Los cuatro térmi­nos, filosofía, razón, verdad, libertad recurren continuamente en estas páginas y remiten el uno al otro con equivalencia. En La contienda entre las facultades Kant denomina a la filosofía "Facultad 'inferior" Facultades superiores" a aquellas que sirven a los intereses del poder político. Sin embar­go, aunque la filosofía sea considerada "inferior" no pierde la libertad, la cual deben sacrificar las denominadas "Facultades superiores" por aceptar su subyugación al poder político.

La filosofía es, entonces, búsqueda de la verdad, práctica de la libertad y ejercicio de la razón. Hacer filosofía tiene que ver con entrar al juego argumentativo y deliberativo de dar y exi­gir razones. ¿Qué significa dar y exigir razones.
Dar razones implica suponer que el hombre entendido corno animal rationale es un ser dotado de razón. La facultad de la razón es la capacidad de tener una posición frente a las propias opiniones y acciones. Las razones producen un fundamento •sobre el que se basan las convicciones y las accio­nes de los seres racionales. El fundamento o el espacio que es creado por medio de las razones constituyen una base compartida y común del pen­samiento y las acciones fundamentadas. Tener un fundamento quiere decir que sobre aquello que es fundamentado se puede preguntar, que, en caso dado, puede resistir la crítica, y que a través de ello las correspondientes razones se convierten en un bien común. Las razones pueden basarse en convencimientos y en acciones, y como razones deben estar abiertas al público. Ellas pueden ser presentadas, aceptadas, exigidas, rechazadas. Pertenece a la esencia de las razones que no son algo privado. Las razones pueden ser juzgadas de forma general, según criterios racionales y ser parte del arte de dar y exigir razones[1]

Dar y exigir razones es el juego que los acadé­micos practicantes de la filosofía ejercitamos en la vida diaria. Este juego argumentativo y deliberativo de dar y exigir razones constituye, en primer lugar, una parte esencial de lo que hacemos los profesores de filosofía en nuestras actividades de enseñanza de. La filosofía y en las de formación investigativa en la maestría y el doctorado. Y, en segundo lugar, dar y exigir razones constituye el elemento con el cual la filosofía se proyecta en la universidad y en (a sociedad. En la universidad en general se trata de la búsqueda del conocimiento. Esta búsqueda consiste en argumentar con razones. La universidad no es exclusivamente el lugar de la ciencia, la medicina, las ingenierías, es decir, no es el dominio de lo que Kant denominó las "Facultades superiores", es también, el lugar de las humanidades, la filosofía y las artes. "La universidad es un hogar para el conocimiento, un espacio en el que se preserva y amplía una tradición de aprendizaje, y donde se ha reunido todo lo necesario para la búsqueda del conocimiento" (Oakeshott, M., 1989,135). La universidad consiste pues en un grupo de personas dedicadas a una tarea cooperativa, a saber: argumentar con ra­zones. Y en esta tarea, cooperativa la filosofía debe ser una guía, portadora de la antorcha y no una sierva.
La filosofía es, como señalé anteriormente, búsqueda de la ver­dad, práctica de la libertad y ejercicio de la razón. Estos grandes ideales que Kant y muchos otros ilustres filósofos defendieron hacen parte de la tradición que se ha incorporado e instituciona­lizado en ya más de dos décadas de vida del Instituto de Filosofía.

La filosofía como una guía, portadora de la antorcha, debe encauzar a la universidad a ocuparse de algunos de los más graves y sensibles problemas de nuestra sociedad: la pobreza y las grandes inequidades, el conflicto, la violencia y la búsqueda de la paz, la corrupción y la profundizarían de la democracia, los problemas ecológicos determinados por una industrialización descontrolada o por una explotación desordenada de los recursos energéticos, y la progresiva privatización del ámbito estatal en aspectos de educación, salud y seguridad social, entre otros.

Sobre estos últimos quiero decir muy brevemente: La privatización de la salud, comenzando por la sustitución, en todo o en parte, del servicio público por seguros privados voluntarios, tiene el efecto de degradar el derecho a la salud de derecho fundamental a derecho patrimonial de crédito. En sentido igual se puede apreciar esto en la educación.-El proyecto de reforma-de la educación superior (en las tres versiones presentadas el año pasado) estaba dirigido a crear las condiciones institucionales para, por medio de la educación, preparar los sujetos que puedan incorporarse en los nuevos mercados laborales de la economía global.

El derecho a la salud y e! derecho a la educación, que como derechos sociales son derechos universales, indisponibles e iguales se convierten, corno consecuencia de las políticas de privatización, en derechos patrimoniales, es decir, en derechos particulares, disponibles, que se hallan en la base de la des­igualdad jurídica. Aquí encuentra aplicación la idea general so­bre los cambios institucionales en la esfera de lo público estatal determinados por el dominio creciente de la ley de mercado. Los imperativos sistémicos y la racionalidad de la esfera del mercado amenazan con convertirse en la norma fundamental que determina la formación del orden institucional relacionado con los temas sociales: educación, salud, trabajo, asistencia social- Bueno, estos son algunos de los problemas que quisiera proponerle al Rector, a los Miembros del Consejo Académico, y a la opinión pública universitaria, para que la Universidad de Antioquia pueda realizar además de su función investigadora e innovadora, también su función humanista y crítica.



[1] Véase: Forst Reiner, Das Recht auf Rechtfertigung. Elemente einer konstruktivistischen Theorieder Gerechtigkeit, Suhrkamp, 2007, p. 23 ss.
Texto leído en el acto de posesión el 21 de agosto de 2012